El Perú es una extensa prisión administrativa, donde la gestión es un martirio. Escuchar es la habilidad para desviar o simplemente para imponer. Un sistema donde los que tienen dinero abusan de la ley y las normas y para el ciudadano común no se hace nada, porque “no lo dice la ley”.
Sin ningún tipo de iniciativa, orientación y consideraciones con la realidad, imponen las normas y directivas a pie juntillas, en una flagrante agresión al necesario e indispensable sentido común y como tal agraden a las personas, convirtiendo las instituciones en un antro del desorden y el desánimo y, las normas y directivas en sus dioses.
En el caso del seguro social, que son centros de la salud, es patético, la gestión es algo aberrante, el pobre enfermo, pierde lo poco de paciente que le queda y agrava más su situación de salud.
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