viernes, 7 de noviembre de 2008

PARANOIA. No es el título de una película. ES LO QUE VIVIMOS DIARIAMENTE EN LA SOCIEDAD

Por Carlos Villacorta V. El otro día regresaba a mi casa a las 8 de la noche. El micro estaba casi repleto. De pronto, dos hombres se trenzaron a golpes. Las mujeres se volvieron histéricas, porque la pelea era prácticamente en nuestra encima. El cobrador también recibió lo suyo al pretender separarlos. El chofer paró frente a un patrullero de la policía y ambos violentistas fueron llevados. En sus comentarios la gente que estuvo cerca, dijeron que uno de ellos le llamó la atención al otro, de el ¿Por qué le estaba mirando? ¡A ti nadie te mira oye! Le contestó el otro. ¡Si lo estás haciendo! Le insistió el supuesto ofendido ¡Fuera de aquí! Encontró como respuesta. Eso bastó para lanzarse a puñetazos contra el mirón, quién según una señora, lo único que hacía era defenderse. Eso pasa a diario, dijeron otros. Me recordó mis temores al salir a la calle. El temor de la gente en los paraderos, mirándose unos a otros, acercándose a los que parecen menos peligrosos. Las mujeres apretando sus bolsos, los hombres cuidando los bolsillos. Pensé en las personas que han amasado fortunas y su temor diario del secuestro de sus hijos o de ellos mismos. Pensé en los políticos que hablan de estar perseguidos por campañas para hacerlos quedar mal. Pero nunca dicen por quién. Y más etcéteras. Es decir, por todas nuestras calles recorre una especie de paranoia. Un peligroso delirio de persecución. Nuestra sociedad se está enfermando cada vez más de paranoicomanía. Los diversos hechos cotidianos de violencia delincuencial, nos hacen sentir perseguidos y observados, con el cada vez temor de ser víctimas de un acto violento. Al estrés, enfermedad de finales del siglo anterior y su profundización en el presente siglo, se le junta ahora la paranoia. ¿Quién para esta locura? Son los hechos que están hablando por si solos, nos estamos volviendo paranoicos, crece en la población los niveles de desconfianza y, si la situación de crisis económica, política y social no cambia, esto seguirá empeorando. No se necesita ser psiquiatra para saberlo. Las privaciones y las carencias económicas por un lado son factores de debilitamiento de la salud mental; así como también la opulencia o exceso de dinero, está también vinculado al mismo problema. Son extremos peligrosos que los profesores a diario comprobamos. Lo lamentable de todo esto es que, la televisión y sus noticieros son también contribuyentes directos, quien sabe mucho más efectivos, por el exceso en coberturar hechos de violencia o actos peligrosos con todo el dramatismo hasta en sus gestos. Produciendo aislamiento social, ansiedad y profundos temores a la gente extraña. Nuestros pobres hijos, principalmente las mujercitas ya no tienen posibilidad de salir solas ni al colegio. Grupos de pandilleros están pasteando en las esquinas de los colegios o en los parques. Algo tiene que hacerse desde las esferas más altas del gobierno. Tiene que frenarse esta ola de paranoia social. Por la salud mental de nuestra sociedad.

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