lunes, 23 de marzo de 2009

TEORÍA DE LA PEDAGOGÍA PARA LA TRANSFORMACIÓN (PARTE SEGUNDA)

Por Carlos Villacorta V. Forjando la educación transformadora IMPORTANCIA PARA LA EDUCACIÓN, EL APRENDIZAJE Y LA SOCIEDAD ACTUAL DE UNA PEDAGOGÍA PARA LA TRANSFORMACIÓN La crisis de la educación actual, que sabemos cuáles son sus causas, espera propuestas de transformación, no sólo medidas efectistas para salir del paso o mejorar aspectos relativos del problema. Esto no vendrá de las autoridades porque reepresenatn a la clase que tiene el control de la economía, sino de los propios maestros. Todo en función de una Sociedad Superior. Propuestas de transformación que partan aclarando reiterativamente, en primer término, conceptos prácticos y concretos como el de educar y enseñar por ejemplo. Y, señalando niveles de transformación que partan de nuestra realidad educativa, también con criterios prácticos. En las instituciones educativas sólo se enseña pero no se educa, y, de ello no son responsables los docentes, a no ser su indiferencia. La enseñanza sólo es instrucción y la instrucción es amaestramiento. Eso todos los sabemos. Que, las escuelas, hoy instituciones educativas en nuestro país; en la práctica, según cómo están estructuradas, son quietas y charlatanas, sólo representan quietud y charlatanería. Nos presentan ideales educativos fabulosos que nunca se cumplen. Producen lo contrario de lo que predican. Su bullicio interior son gritos de libertad de niños cargados de aburrimiento. El aprendizaje y la enseñanza están enjauladas, se dan en verdaderas aulajaulas y escuelajaulas, no sólo por su forma infraestructural, sino por su rígido reglamentarismo: Legal, curricular y evaluativo. Esto no significa que, “el principal problema de la educación peruana es la baja calidad de la enseñanza” como nos dan a entender las actuales medidas que se están tomando o las actuales propuestas de todos los frentes. El principal problema de la educación es la completa contradicción entre el currículo y la vida cotidiana. Nos aleja de la real sociedad y nos pinta un cuadro falso de la misma. Las escuelas y las universidades son islas dentro del sistema. Nos enseñan a no ver lo que estamos viendo. Los maestros, sólo somos instrumentos del sistema, engrillados a un reglamentarismo absurdo y patético, sin posibilidad de participación y sugerencia educativa, con la mayoría de autoridades que no ven más allá de las normas. Nuestros pobres chicos están obligados a almacenar grandes masas de informaciones superfluas sin sacarlos al mundo; soportan horas de encierro que las campanadas o el timbrazo para el recreo son sonidos de libertad. El grito y la amenaza han reemplazado a las palmetas; “Al rincón quita calzón” le ha reemplazado el gritón y asustón de lamentablemente algunos maestros. Los mismos que, reitero, si somos responsables de nuestra indiferencia y silencio cómplices. A pocos les importa saber o aplicar que el ideal de educación auténtica y concreta está determinado por el ideal de pueblo que queremos desarrollar, por el ideal de niño o joven que queremos forjar; el que a su vez está determinado fundamentalmente por las condiciones y características económicas y sociales concretas de ese pueblo. El ideal educativo, no sale de un escritorio de especialistas de largo historial y bolsillo palpitante, sino de nuestra realidad como pueblo. Los conscientes y buenos maestros, siempre buscamos desenjaularnos. Generalmente contra la corriente. Siempre buscando a todos. Frente a ello, hasta el momento sólo hemos leído y analizado propuestas generales del “Foro Educativo” del “Consejo Nacional de educación” con su Proyecto educativo Nacional y por parte del Ministerio de Educación, propuestas para la enseñanza y presión evaluativa a los docentes para que trabajen mejor. He ahí la importancia de la presente propuesta de una pedagogía para la transformación. Y, en ese sentido, desde el punto de vista de la pedagogía para la transformación, partimos en conceptuar que: Educar es cambiar, mejorar, autocontrolar las emociones; es asumir el compromiso ético de ser mejor persona cada día. Instrucción es enseñar, es manejar diestramente la técnica, los conocimientos y la información, los planes y programas. La educación es interna, la enseñanza es externa. Ambos tienen diferentes objetivos, metas y metodología. Pero ambos siempre interactúan. Más aún en una pedagogía para la transformación. Para que se comprenda mejor, resumiré lo que es el trabajo de enseñar y el trabajo de educar. • El trabajo de enseñar se da en base a horas de estudio de determinada asignatura o área de estudio y para ello se elabora la Programación Curricular obligatoria para todas las instituciones educativas sean públicas o privadas. El maestro enseña contenidos, instruye cómo hacer las tareas y para comprobar si el alumno aprendió, le toma un examen de todo lo trabajado o dictado. Cuando sale mal, le invoca y le da consejos. Finalmente le entrega su libreta de notas. La evaluación, a pesar de estar llena de indicadores de competencias y capacidades, no hay claridad para comprobar si éstos efectivamente se han desarrollado en el alumno(a). Nadie se preocupa por comprobar si se han desarrollado las competencias y habilidades sino de la nota cuantitativa. Para enseñar bien o tener claridad, es fundamental investigar, analizar y sintetizar los contenidos y principios metodológicos a través de la didáctica que es la doctrina general del proceso de enseñanza. Este trabajo tiene que ser especificado para cada Área de estudios. La metodología finalmente se encarga de poner en práctica los principios didácticos, empleando la técnica y los medios necesarios para cada Área de Estudios. Matemática no vamos a enseñar igual que comunicación ¿No es cierto? • El trabajo educativo es el más difícil y complejo, no tiene límite ni tiempo. No sólo se da en la clase y en el aula, sino, prácticamente en cada momento. También necesita de un programa que cada maestro lo forja con su pensamiento científico, su desarrollo intelectual, su moral, sus convicciones, su disciplina y está dedicado fundamentalmente a dirigir la vida del estudiante a su cargo. Ayudarle a resolver sus conflictos y problemas, incluso personales y familiares. La síntesis sería la siguiente: - El maestro se propone ¿Qué debo hacer? Y ¿Qué debemos hacer? Para que mis alumnos asimilen mejor los conocimientos que les imparto durante la labor de enseñar. Ensayo estrategias metodológicas, así como su aplicación en la práctica. Y también, Cómo van a participar en forma efectiva y eficaz conmigo, entre ellos y con los demás. - Forja en los estudiantes no sólo teoría sino sobre todo la práctica de las cualidades morales, convicciones, hábitos conductuales, aptitudes sociales y se interesa que se vuelvan concientes y sobre todo aplicados a su vida diaria. - De ninguna manera puede desarrollar una actitud adaptativa del estudiante a su medio, su entorno social y al sistema en su conjunto; sino debe inculcarle la cualidad y la capacidad del cambio de sí mismo y del cambio social. Del logro de uno nuevo y superior sistema donde vive. No sólo se mira procedimiento, habilidad, competencia, sino también contenido, teoría y realidad concreta. Como puede comprobarse, enseñar y educar son complementos indispensables, interactúan, se dan al margen de nuestra voluntad. Sobre todo la de educar, que no tiene vida propia. Si no desarrollo una pedagogía para la transformación, entonces aplico para la conservación y el rutinarismo, la adaptación y la aceptación de las cosas tal cual son. Vital y fundamental una pedagogía para la transformación que nos lleva por ese proceso. Ahora bien, la comprobación del trabajo educativo transformador se da en las actitudes y cualidades positivas y manifestaciones conductuales adecuadas de los estudiantes, en diferentes y diversas oportunidades, cuando están solos o en presencia del maestro. Por ejemplo a la hora del recreo, en las excursiones, en su casa, con sus hermanos, sus padres, sus visitas, sus vecinos, sus amigos, en fiestas, en el cine, con sus demás compañeros, los demás maestros, las autoridades, etc. Aquí no se mide con notas, es un reporte personal de los avances cualitativos serios y sinceros elaborados por los propios estudiantes. Comprobado posteriormente, en forma discreta, por el maestro. Para luego ser traducidos en una nota cuantitativa lo más aproximadamente posible a la cualitativa. Y, posteriormente para corregir los errores comunitariamente; aprendiendo de ellos y fortalecer y consolidar los logros. Esta práctica se debe convertir en una decisión, una aspiración y hábito contundente del estudiante; lo que estaríamos logrando su transformación. Para que lo aprendido se convierta en hecho cualitativo o la instrucción se convierta en educación, debe llevar al niño y al joven a ser otro, superior, y sobre todo llevarlo a la transformación de su realidad. Incorporar el conocimiento a nuestro comportamiento cotidiano para ser mejor, es parte importante de la educación transformadora. En teoría existe este llamado, pero, nadie lo cumple. Algunos lo utilizan como catarsis al incumplimiento. Nuestro pueblo necesita de su cumplimiento, necesitamos con urgencia, como puede notarse una pedagogía para la transformación, para la educación actual, su aprendizaje y la sociedad en su conjunto de valores incumplidos. Forjemos una escuela que mueva la conciencia de transformación hacia la libertad y la conquista de una sociedad superior. Forjemos una escuela que desarrolle la vida comunitaria, aprenda y enseñe a transformar el mundo; es la única defensa que tenemos en contra el rutinarismo e individualismo educativo. Sigamos creyendo en una escuela solidaria y comunitaria que cultive en nuestros niños y jóvenes el inmenso sueño de aprender y enseñar el cálido amor a la humanidad. En ese sentido, el alumno no se transforma solo, necesita que los demás estén en el mismo camino, por tanto, el maestro, necesita también coordinar con los demás maestros para el trabajo en colectivo, comunitario; si éste no existe, el trabajo individual se debilita y el logro de transformación es mínimo y a veces se pierde. Se transforma en individualismo, caro favor al rutinarismo. Se pierde en el camino la vitalidad y la trascendental importancia de una pedagogía para la transformación. Para el logro de una transformación efectiva del trabajo educativo, se necesita la participación voluntaria, comunitaria y sincera de cada maestro de una institución educativa y fuera de ella. Aquí es cuando se choca contra el sistema, porque incluso, increíblemente hay maestros defensores del sistema en forma activa y otros que son pasivos, comúnmente los indiferentes. La función primordial del sistema actual, es el perfeccionamiento de los procedimientos individuales; forjando un sujeto individualista y egoísta. Sólo busca el triunfo individual, los gurús de la autoayuda orientan en ese sentido, por eso hay un Bill Gates que tiene ahora en su cuenta personal más de 53 mil millones de dólares y sigue vendiendo más caro su mercancía de software. Por esta razón las “competencias” y no los objetivos. Entonces se da la confrontación desleal, enfermiza de lo colectivo y lo individualista, sin ver necesidades, posibilidades, ubicación y mejor oportunidad, dando vida una sociedad enferma, llena de odio y resentimiento, que sólo piensa en el individuo y no en los demás, donde la solidaridad es una palabra sin sentido y la filantropía y la caridad una ofensa de lesa humanidad. Si queremos cambiar todo ello, miremos entonces la importancia fundamental de una pedagogía para la transformación, no hay otra posibilidad. Esta es la meta más grande a la que contribuye el trabajo educativo transformador en el sistema actual. Y, ésta debe ser la meta y aspiración de todos lo maestros. He ahí la inmensa importancia de una pedagogía para la transformación. Por tanto, el maestro no sólo debe manejar bien la labor de enseñar los contenidos, sino, fundamentalmente manejar bien la técnica de la labor educativa, una preparación moral conciente donde prime lo colectivo, teniendo en cuenta principalmente como viven nuestros estudiantes y que tipo de sociedad o sistema nos envuelve y condiciona. Así empieza la metodología del trabajo de educar para transformar. Y, como puede comprenderse está aparejada al trabajo de enseñar e instruir. Siendo lo fundamental el de educar.

1 comentario:

  1. Carlos,compañero-maestro,tan distantes como estamos geográficamente y próximos en el pensamiento educativo. Magnífico tu planteamiento pedagógico. ¡Cuántas veces he pensado que me interesaba más el aspecto educativo que la instrucción , aunque evidentemente se lleva todo a la vez.
    Aquí , en pocos años,se ha deteriorado el sistema educativo que, por otra parte siempre ha tenido lagunas y desaciertos.Pero es la sociedad de consumo que cambia la mentalidad de las familias y contra esto se hace difícil luchar.No quiero ser pesimista pero esta situación me temo que sea irreversible .Por otro lado determinada clase política favorece la enseñanza privada en detrimento de la pública .
    Así estamos...Seguiremos . Un abrazo Mª LUZ

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