Forjando la educación transformadora
La educación en el Perú de 1867 fines del gobierno de Ignacio Prado, hasta inicios de la llamada “República Aristocrática”
En las entregas anteriores, hemos demostrado que no interesaba el desarrollo nacional, sino el privilegio personal, fácil y fraudulento. La educación es organizada entonces en función y para sostener esos privilegios. Por ello en 1867 al final del gobierno de Ignacio Prado, La constitución cuando establece la “libertad de enseñanza” lo hace para extender la educación privada. Las “nuevas” clases dominantes (encomenderos y terratenientes aburguesados) se ahogaban en el guano, en los inmensos capitales que les producía el guano y el salitre, a través de sus consignaciones hacían grandes fortunas, mientras el Perú adquiría grandes deudas y una profunda crisis económica que lo sufrían y pagaban los pobres y excluidos de la independencia. Estos nuevos capitalistas necesitaban nueva educación.
Está realidad como es lógico, forja sus lazos de tensión, aviva los conflictos de clase y alimenta el espíritu rebelde de las masa excluidas y explotadas que en períodos de tiempos regulares van a reventar en acciones de lucha de protesta, que por falta de orientación correcta terminan siendo canalizados o por oportunistas advenedizos o por la misma burguesía.
Así vamos a comprobar esta verdad: Después del caudillismo militar permanente que mantenía la supremacía de la feudalidad y el dominio de los terratenientes; a partir de 1872, gana las elecciones generales el primer civil de la historia republicana, Manuel Pardo y Lavalle; pero los caudillos militares no se resignan y pretenden un golpe de estado contra el ganador, encabezado por los hermanos Gutiérrez. En una lucha cruenta y sangrienta, con la rebelión del pueblo en contra de los hermanos Gutiérrez, evitan otro golpe de Estado, dirigido por el Coronel Tomás Gutiérrez, quienes fueron linchados en las calles de Lima.
Es decir, es el pueblo que con sus luchas frenó el continuismo del militarismo y se dio paso de esta manera, al primer civil y primer representante nato de la burguesía, comerciante del guano, en la persona del Dr. Manuel Pardo y Lavalle (1872-1876), liderando al primer partido político civil, después de 50 años de vigencia de grupos de poder que promocionaban a la presidencia a determinados personajes según sus intereses (caudillos militares), que avivó el protectorado, para garantizar la penetración inglesa. Una burguesía pues, convertida en una poderosa oligarquía republicana, latifundista y banquera, gracias a las rentas del guano y el salitre, que irrumpe en la escena política, anunciando un “Plan antimilitar” autodenominada “República Práctica” de “Modernización del Estado”, dando fin también según algunos historiadores al primer militarismo. (Que inicia con La República). Leer más: http://manuelpardo.bitacoras.com/archivos/2005/08/28/manuel-pardo-y-lavalle
Iniciando su gobierno el presidente Pardo, organizó el Ministerio de Instrucción Pública (1872), EN 1873 trae profesores de Alemania para que dirijan colegios claves de secundaria. En 1875, al decir del Presidente Pardo “para constituir una élite de funcionarios del Estado” “buenos administradores públicos” y “estadistas” crean en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos su primera “Unidad Académica de Economía” con el nombre de “Ciencias Políticas y Administrativas” y, por esta razón contrataron al francés Pablo Pradier Foderé, quien diseñó la nueva facultad de economía con el modelo francés.
Queda demostrado entonces que, la educación en el Perú nunca tuvo ni tiene la misión y la visión de formar cuadros económicos técnicos productivos autónomos, capaces de impulsar la creación de una estructura productiva con desarrollo de fuerzas productivas netamente peruanas, para lógicamente crear una economía independiente de las metrópolis imperialistas. Las clases dominantes nunca han pensado en el país. Su patria es su comercio y servir eficientemente al imperio capitalista extranjero por las jugosas regalías que reciben como sirvientes.
Las facultades económicas actuales no se diferencian mucho de las de 1875, solo producen “expertos para la administración pública” por no decir, grandes guardianes de la economía de los poderosos. Increíblemente la “industrialización” lo entendían y lo siguen entendiendo como la creación de fábricas u otros similares por empresas privadas principalmente extranjeras, no el desarrollo de la ciencia y la tecnología que, con una poderosa educación productiva forje también poderosas fuerzas productivas nacionales que despeguen el desarrollo del país, como lo puede concebir cualquier capitalista que piense en su patria.
El 18 de marzo de 1876, Pardo y Lavalle, promulga el “Reglamento General de Instrucción” donde se propone la formación de las “Bibliotecas Populares” y un periódico gratuito para los docentes denominado “El Educador Popular”, además de la “Descentralización de La Educación Primaria a cargo de los municipios”. La burguesía hablando de “popular” y de una “educación pragmática y para el trabajo”, porque precisamente convenía a sus intereses burocráticos, no porque lo sentían de verdad; el Perú ha sido estructurado sujeto al capital extranjero, a la inversión extranjera, a los empréstitos; con una clase dominante burocrática y parasitaria, aristocrática y rentista, sujeta a ese capital que viene de afuera, sobre todo después del apogeo de los fertilizantes (guano). Co una total incapacidad de dirección para el desarrollo autónomo de nuestro país.
En ese sentido, las pretensiones civilistas de “modernizar” el Estado y la educación, no pasarán de ser la expresión ideológica y política de desarrollo simplista de esa clase dominante, carente de toda iniciativa, pero dirigidas a mantener las estructuras discriminantes y la injusta distribución de las riquezas; teóricamente acuñando términos, categorías, leyes totalmente vacías, sin correspondencia con la realidad. Se habla de “ciudadanos” cuando se impone una vida cotidiana íntegramente racista, discriminante. No se dice abiertamente. Pero, se practica. Es la educación diaria que se impone y que va a penetrar dentro de las propias capas sociales deprimidas y de menores ingresos y va a desarrollar también una personalidad racista y discriminante entre las mismas clases populares y, lo peor, contra nuestra propia cultura andina, distorsionando aún más nuestra identidad. Se buscará copiar una identidad europea, en contra de nuestras formas culturales nativas.
La República, nunca ha privilegiado nuestro mundo andino: Bailes, danzas, música, idioma, etc. Menos nuestra actividad productiva independiente, razón por la cual vamos a tener profundas crisis de recesión y depresión económica permanente, que trae todos los hechos calamitosos que ya conocemos, sobre todo que afecta a los sectores populares. Precisamente en uno de esos momentos, el expansionismo chileno, alentado y protegido por el imperialismo inglés, encuentra fácil a sus fines guerreristas en 1879. Cuyo enfrentamiento bélico y su término en nuestra derrota, nos deja totalmente desprotegidos y en la peor miseria republicana.
En estas condiciones, insurgen nuevamente los militares, patéticamente después de su derrota ante Chile, aparecen como siempre con el estribillo de “reconstruir el país” en 1883, con el general Miguel Iglesias a la cabeza, gran terrateniente del norte del país (Cajamarca), pomposamente llamado “El Presidente Regenerador” apoyado por los chilenos y con facultades para firmar “La Paz” con Chile. Este período es conocido como el “segundo militarismo” (1883-1895). La tan mentada reconstrucción consolida nuestra sujeción al imperialismo inglés cuando se le entrega el Perú en forma definitiva y absoluta a través de la firma del Contrato Grace (1886), en el gobierno de Andrés A. Cáceres (legítimo representante del “Segundo Militarismo”. Sí, el mismo “El Brujo de los Andes”). No sólo al imperialismo inglés, sino en forma paralela y descarada al imperialismo estadounidense que crecía voraz y con ambición desmedida, invirtiendo principalmente en minería y petróleo.
En ese sentido, el segundo período de Andrés A. Cáceres (1894-1895), termina cuando empieza a ejercer su dominio completo una oligarquía agroexportadora, financiera y civilista, cuyo poder se centraba en la propiedad de la tierra, minería, comercio y la banca, dirigida por un reducido grupo familiar, que vivía además de la explotación de la servidumbre, yanaconaje, los pongos, etc. Con gran “competencia” de los EE.UU. a Inglaterra. El inicio de este período, algunos historiadores, por las características descritas, coinciden en llamarlo “La República Aristocrática” y es lo que pone fin al segundo militarismo. Hecho que se manifiesta con mayor nitidez a partir de 1895 con el gobierno de Nicolás de Piérola y termina con el segundo gobierno de José Pardo y Barreda (1915-1919), con el golpe de Estado de Augusto B. Leguía.
Se va consolidando entonces, una educación para la sumisión y querencia extranjera.
FORJANDO LA EDUCACIÓN TRANSFORMADORA.
ResponderEliminarLa educación en el Perú de 1867 fines del gobierno de Ignacio Prado, hasta inicios de la llamada “República Aristocrática”
es muy interesante:)
ResponderEliminarwow si es interesante pero nno me piden esa historia exactamente
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