viernes, 7 de septiembre de 2012

♣ ESSALUD: UN PACIENTE PARA CUIDADOS INTENSIVOS


ESSALUD: UN PACIENTE PARA CUIDADOS INTENSIVOS
Por Jorge Rendón Vásquez

Soy uno de los asegurados obligatorios de ESSALUD (para los que no lo saben ESSALUD es el Seguro Social de Salud) y me sucede lo que a la inmensa mayoría de los más de seis millones de asegurados.

He sido adscrito al Policlínico Carlos Alcántara, distante unos diez kilómetros de mi casa. Cuando logro una cita para la primera atención, me señalan un médico generalista quien, luego de una espera de horas, trata de resolver el problema según su nivel de formación. Las estadísticas indican que un 80% de las dolencias son transitorias y pueden ser despachadas en el primer nivel de la atención, que es el de los médicos generalistas, una especie de tratantes multidisciplinarios cuya calidad depende de la Universidad en la que hayan estudiado, de su ingreso a ESSALUD por concurso y de los cursos, cursillos y sesiones de capacitación en sus centros de trabajo en los que hayan participado. Si estos galenos advierten que el caso está fuera de su alcance, comienzan a escribir órdenes de análisis, exámenes por especialistas o la atención en un hospital, y allí empieza el vía crucis para el paciente. Le dan las citas, si es que se las dan, para varias semanas o meses después. Importa poco la gravedad de su dolencia y su angustia (natural, por lo demás) que aumenta a medida que pasa el tiempo. Es evidente que esta desconsideración, rayana en el abuso, exteriorizada también como maltrato a los pacientes por numerosos médicos y empleados administrativos, se origina en una mala voluntad sistemática impuesta desde la cúpula, determinada, a su vez, por la insuficiencia de los servicios de ESSALUD, desbordados de requerimientos. Si el asegurado tiene amigos entre los médicos y directivos accede a la atención. Si no los tiene, pues que se aguante, que para eso ha sido catalogado como un ciudadano de segunda u otra categoría inferior.
De allí que muchos asegurados con pensiones relativamente elevadas o con ingresos de fuentes distintas al trabajo (procedentes de un negocio, de una propiedad, de la profesión que siguen practicando pese a su edad, o de la ayuda de su familia) han  sido obligados a tomar uno o más seguros privados para alcanzar la atención que ESSALUD, para el que siguen cotizando, no les suministra.
Los casos que el médico generalista no puede tratar directamente forman el 20% de las consultas y abarcan, en su mayor parte, a pacientes que tienen más de cincuenta años, edad a partir de la cual las dolencias se tornan más complicadas, graves y duraderas, según aumenta la edad y el desgaste del organismo. Su tratamiento es más caro y puede llegar a representar el 80% de los ingresos de ESSALUD. Esto quiere decir que los asegurados de menos de cincuenta años pagan los servicios de los  mayores de esa edad, lo que es normal, ya que cuando ellos pasen de este límite, su atención será pagada por los más jóvenes. A esta compensación en el tiempo se le denomina solidaridad intergeneracional, y es uno de los principios de la seguridad social.

¿Por qué ESSALUD no puede cumplir eficiente y oportunamente sus funciones?

Las causas se han superpuesto a lo largo de su historia reciente.

Cuando fueron unificados los seguros del Obrero y del Empleado en el Régimen de Prestaciones de Salud de la Seguridad Social por el Decreto Ley 22482, del 27/3/1979, se previó el equilibrio entre los ingresos, constituidos en su mayor parte por las cotizaciones, y los egresos, determinados por una gama completa de servicios de la mejor calidad. Los cálculos matemático actuariales, bien hechos, aseguraban este equilibrio, complementado con el empuje iniciado antes de 1975, y esta entidad funcionó durante varios años con cierta eficiencia. (El proyecto de ese Decreto Ley y su factibilidad financiera salieron de la oficina a mi cargo en 1974, pero no pudo ser convertido en ley en ese momento por la resistencia del ministro de Economía y Finanzas a incluir como derecho habientes a la esposa y a los hijos de los asegurados. El Decreto Ley 22482 confirió la calidad de derechohabientes a la esposa y a los hijos del asegurado sólo hasta el primer año de edad.) La situación del Régimen de Prestaciones de Salud comenzó a deteriorarse a partir de agosto de 1980 por las causas siguientes:

1.- El Estado, el mayor empleador del Perú, cesó de hacer los pagos que le correspondían o los amortizaba tarde, mal y nunca, situación que no ha cambiado. Numerosos empleadores se habituaron también a guardarse el importe de las cotizaciones, estimulados por la renuencia de la administración del Seguro de Salud en exigirles su pago y proceder a las ejecuciones coactivas.

2.- La administración del Seguro Social de Salud fue convertida en un botín de los partidos políticos en el Poder Ejecutivo. Lo sobrecargaron de personal burocrático con sus militantes, familiares y recomendados, un gran número como ejecutivos superfluos pero con altos sueldos. Los contratos de suministro de bienes y servicios enriquecieron a los que financiaron la campaña política de los partidos gobernantes. Por la experiencia internacional, los egresos por administración no deben sobrepasar del 6% de los ingresos. En nuestro país llegaron a más del 20%. Las pensiones, llamadas renovables, se comieron una buena parte de los ingresos por cotizaciones, contra la Constitución (de 1979 y de 1993) que declara esos ingresos intangibles y utilizables sólo en la atención para la que fueron destinados por ley. (La renovación de las pensiones pudo terminar recién con la reforma de la Constitución del 17/11/2004).
3.- Se ha incorporado a ESSALUD como beneficiarios a varios grupos, algunos muy numerosos, sin el sustento financiero suficiente y, encima, el Estado no le entrega el aporte diminuto que se comprometió a pagarle.

4.- Los inversionistas en la medicina privada, en su mayor parte médicos de elevados ingresos, movieron cielo y tierra para impedir el desarrollo del Seguro Social de Salud y tuvieron éxito. Coronaron su campaña durante la década de Fujimori con la transferencia a clínicas privadas de una parte de la atención que ESSALUD debe prestar. La vigente Ley 26790, del 15/5/1997, llamada sarcásticamente de modernización de la seguridad social en salud, permite este traspaso que muchos trabajadores tienen que admitir por la insuficiencia de la infraestructura y personal asistencial de ESSALUD. La Ley indicada ha modificado además el gobierno del Seguro Social de Salud para que sea el Estado quien determine la composición de su Directorio y ha hecho desaparecer el importante Comité de Vigilancia que controlaba la marcha financiera, administrativa y asistencial.

5.- Pese a que, por disposición de la Constitución, los aportes al Seguro Social de Salud no son tributos, la SUNAT ha asumido su percepción y su entrega a ESSALUD, cobrando un fuerte porcentaje. Correlativamente, por la Ley 29626, del Presupuesto para 2011 (55ª DT), se ha conferido la autorización para sus gastos a FONAFE (Fondo Nacional de Financiamiento de la Actividad Empresarial del Estado) que depende del Ministerio de Economía y Finanzas, no obstante que ESSALUD no es una empresa y que sus fondos son intangibles (Constitución, art. 12º). Con este indebido control se obstaculiza las inversiones de ESSALUD y su desarrollo, aplicándole la lógica de la ganancia que le es extraña por naturaleza y cuyo financiamiento se basa en el sistema de reparto, según el cual los gastos se pagan con los ingresos previstos, dejando una reserva de seguridad.
Por consiguiente, el proceso de confiscación del Seguro Social de Salud, que pertenece a los trabajadores y pensionistas, continúa.

Sigo con cierto interés la gestión del actual Presidente del Directorio de ESSALUD, en otros tiempos un movido dirigente estudiantil y luego un batallador dirigente sindical de los médicos. Su trabajo, acompañado por los cantos de sirena de la publicidad mediática, ha estado orientado, según dijo, a poner orden y claridad en el berenjenal dejado por la administración aprista, experta en confundir el bolsillo propio con las arcas del Estado. Me imagino que ha sido y sigue siendo una labor tan titánica como la de Hércules cuando tuvo que limpiar los establos de Augías repletos de suciedad, como una de las doce tareas que le fueron encomendadas.

Sin embargo, pese a la necesidad de lo que hace, no veo que la situación de ESSALUD mejore para los asegurados y derechohabientes. La impresión es que administra lo que le han dado, sin un plan de reformas. Debería haber dispuesto hace rato un estudio matemático actuarial y haber expuesto al país la situación de los centros de atención, de las compras importantes efectuadas, del personal burocrático existente y sus sueldos, del personal asistencial, y de si ambos han ingresado regularmente por concurso, de las deudas del Estado y de los particulares, y, luego, proponer los cambios necesarios.

Soy de la opinión que el 9% de cotización sobre las remuneraciones está desfasado con las necesidades de la atención de salud para la población cotizante. El primer 1% adicional debería ser dedicado a la construcción y equipamiento de nuevos policlínicos. Hasta el primer gobierno de Belaunde, una parte de las cotizaciones para el Seguro Social Obrero fue destinada a la construcción de centros de atención, norma que se cumplió por los diferentes gobiernos y que sirvió para la edificación de la red hospitalaria nacional del entonces Seguro Social Obrero.

A manera de corolario, me pregunto ¿si los dirigentes sindicales, y en particular los de sus centrales, saben lo que sucede con ESSALUD o si es para ellos algo tan raro aquí, como el Pashto, el Farsi o el Sardanapalí?
(3/9/2012)


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