ESSALUD:
UN PACIENTE PARA CUIDADOS INTENSIVOS
Por
Jorge Rendón Vásquez
Soy
uno de los asegurados obligatorios de ESSALUD (para los que no lo saben ESSALUD
es el Seguro Social de Salud) y me sucede lo que a la inmensa mayoría de los
más de seis millones de asegurados.
He
sido adscrito al Policlínico Carlos Alcántara, distante unos diez kilómetros de
mi casa. Cuando logro una cita para la primera atención, me señalan un médico
generalista quien, luego de una espera de horas, trata de resolver el problema
según su nivel de formación. Las estadísticas indican que un 80% de las dolencias
son transitorias y pueden ser despachadas en el primer nivel de la atención,
que es el de los médicos generalistas, una especie de tratantes
multidisciplinarios cuya calidad depende de la Universidad en la que hayan
estudiado, de su ingreso a ESSALUD por concurso y de los cursos, cursillos y
sesiones de capacitación en sus centros de trabajo en los que hayan
participado. Si estos galenos advierten que el caso está fuera de su alcance,
comienzan a escribir órdenes de análisis, exámenes por especialistas o la
atención en un hospital, y allí empieza el vía crucis para el paciente. Le dan
las citas, si es que se las dan, para varias semanas o meses después. Importa
poco la gravedad de su dolencia y su angustia (natural, por lo demás) que
aumenta a medida que pasa el tiempo. Es evidente que esta desconsideración,
rayana en el abuso, exteriorizada también como maltrato a los pacientes por
numerosos médicos y empleados administrativos, se origina en una mala voluntad
sistemática impuesta desde la cúpula, determinada, a su vez, por la
insuficiencia de los servicios de ESSALUD, desbordados de requerimientos. Si el
asegurado tiene amigos entre los médicos y directivos accede a la atención. Si
no los tiene, pues que se aguante, que para eso ha sido catalogado como un
ciudadano de segunda u otra categoría inferior.
De
allí que muchos asegurados con pensiones relativamente elevadas o con ingresos
de fuentes distintas al trabajo (procedentes de un negocio, de una propiedad,
de la profesión que siguen practicando pese a su edad, o de la ayuda de su
familia) han sido obligados a tomar uno o más seguros privados para
alcanzar la atención que ESSALUD, para el que siguen cotizando, no les
suministra.
Los
casos que el médico generalista no puede tratar directamente forman el 20% de
las consultas y abarcan, en su mayor parte, a pacientes que tienen más de
cincuenta años, edad a partir de la cual las dolencias se tornan más
complicadas, graves y duraderas, según aumenta la edad y el desgaste del
organismo. Su tratamiento es más caro y puede llegar a representar el 80% de
los ingresos de ESSALUD. Esto quiere decir que los asegurados de menos de
cincuenta años pagan los servicios de los mayores de esa edad, lo que es
normal, ya que cuando ellos pasen de este límite, su atención será pagada por
los más jóvenes. A esta compensación en el tiempo se le denomina solidaridad
intergeneracional, y es uno de los principios de la seguridad social.
¿Por qué
ESSALUD no puede cumplir eficiente y oportunamente sus funciones?
Las
causas se han superpuesto a lo largo de su historia reciente.
Cuando
fueron unificados los seguros del Obrero y del Empleado en el Régimen de
Prestaciones de Salud de la Seguridad Social por el Decreto Ley 22482, del
27/3/1979, se previó el equilibrio entre los ingresos, constituidos en su mayor
parte por las cotizaciones, y los egresos, determinados por una gama completa
de servicios de la mejor calidad. Los cálculos matemático actuariales, bien
hechos, aseguraban este equilibrio, complementado con el empuje iniciado antes
de 1975, y esta entidad funcionó durante varios años con cierta eficiencia. (El
proyecto de ese Decreto Ley y su factibilidad financiera salieron de la oficina
a mi cargo en 1974, pero no pudo ser convertido en ley en ese momento por la
resistencia del ministro de Economía y Finanzas a incluir como derecho
habientes a la esposa y a los hijos de los asegurados. El Decreto Ley 22482
confirió la calidad de derechohabientes a la esposa y a los hijos del asegurado
sólo hasta el primer año de edad.) La situación del Régimen de Prestaciones de
Salud comenzó a deteriorarse a partir de agosto de 1980 por las causas
siguientes:
1.-
El Estado, el mayor empleador del Perú, cesó de hacer los pagos que le
correspondían o los amortizaba tarde, mal y nunca, situación que no ha
cambiado. Numerosos empleadores se habituaron también a guardarse el importe de
las cotizaciones, estimulados por la renuencia de la administración del Seguro
de Salud en exigirles su pago y proceder a las ejecuciones coactivas.
2.-
La administración del Seguro Social de Salud fue convertida en un botín de los
partidos políticos en el Poder Ejecutivo. Lo sobrecargaron de personal
burocrático con sus militantes, familiares y recomendados, un gran número como
ejecutivos superfluos pero con altos sueldos. Los contratos de suministro de
bienes y servicios enriquecieron a los que financiaron la campaña política de
los partidos gobernantes. Por la experiencia internacional, los egresos por
administración no deben sobrepasar del 6% de los ingresos. En nuestro país
llegaron a más del 20%. Las pensiones, llamadas renovables, se comieron una
buena parte de los ingresos por cotizaciones, contra la Constitución (de 1979 y
de 1993) que declara esos ingresos intangibles y utilizables sólo en la
atención para la que fueron destinados por ley. (La renovación de las pensiones
pudo terminar recién con la reforma de la Constitución del 17/11/2004).
3.-
Se ha incorporado a ESSALUD como beneficiarios a varios grupos, algunos muy
numerosos, sin el sustento financiero suficiente y, encima, el Estado no le
entrega el aporte diminuto que se comprometió a pagarle.
4.-
Los inversionistas en la medicina privada, en su mayor parte médicos de
elevados ingresos, movieron cielo y tierra para impedir el desarrollo del
Seguro Social de Salud y tuvieron éxito. Coronaron su campaña durante la década
de Fujimori con la transferencia a clínicas privadas de una parte de la
atención que ESSALUD debe prestar. La vigente Ley 26790, del 15/5/1997, llamada
sarcásticamente de modernización de la seguridad social en salud, permite este
traspaso que muchos trabajadores tienen que admitir por la insuficiencia de la
infraestructura y personal asistencial de ESSALUD. La Ley indicada ha
modificado además el gobierno del Seguro Social de Salud para que sea el Estado
quien determine la composición de su Directorio y ha hecho desaparecer el
importante Comité de Vigilancia que controlaba la marcha financiera,
administrativa y asistencial.
5.-
Pese a que, por disposición de la Constitución, los aportes al Seguro Social de
Salud no son tributos, la SUNAT ha asumido su percepción y su entrega a
ESSALUD, cobrando un fuerte porcentaje. Correlativamente, por la Ley 29626, del
Presupuesto para 2011 (55ª DT), se ha conferido la autorización para sus gastos
a FONAFE (Fondo Nacional de Financiamiento de la Actividad Empresarial del
Estado) que depende del Ministerio de Economía y Finanzas, no obstante que
ESSALUD no es una empresa y que sus fondos son intangibles (Constitución, art.
12º). Con este indebido control se obstaculiza las inversiones de ESSALUD y su
desarrollo, aplicándole la lógica de la ganancia que le es extraña por
naturaleza y cuyo financiamiento se basa en el sistema de reparto, según el
cual los gastos se pagan con los ingresos previstos, dejando una reserva de
seguridad.
Por
consiguiente, el proceso de confiscación del Seguro Social de Salud, que
pertenece a los trabajadores y pensionistas, continúa.
Sigo
con cierto interés la gestión del actual Presidente del Directorio de ESSALUD,
en otros tiempos un movido dirigente estudiantil y luego un batallador
dirigente sindical de los médicos. Su trabajo, acompañado por los cantos de
sirena de la publicidad mediática, ha estado orientado, según dijo, a poner
orden y claridad en el berenjenal dejado por la administración aprista, experta
en confundir el bolsillo propio con las arcas del Estado. Me imagino que ha
sido y sigue siendo una labor tan titánica como la de Hércules cuando tuvo que
limpiar los establos de Augías repletos de suciedad, como una de las doce
tareas que le fueron encomendadas.
Sin
embargo, pese a la necesidad de lo que hace, no veo que la situación de ESSALUD
mejore para los asegurados y derechohabientes. La impresión es que administra
lo que le han dado, sin un plan de reformas. Debería haber dispuesto hace rato
un estudio matemático actuarial y haber expuesto al país la situación de los
centros de atención, de las compras importantes efectuadas, del personal
burocrático existente y sus sueldos, del personal asistencial, y de si ambos
han ingresado regularmente por concurso, de las deudas del Estado y de los
particulares, y, luego, proponer los cambios necesarios.
Soy
de la opinión que el 9% de cotización sobre las remuneraciones está desfasado
con las necesidades de la atención de salud para la población cotizante. El
primer 1% adicional debería ser dedicado a la construcción y equipamiento de
nuevos policlínicos. Hasta el primer gobierno de Belaunde, una parte de las
cotizaciones para el Seguro Social Obrero fue destinada a la construcción de
centros de atención, norma que se cumplió por los diferentes gobiernos y que
sirvió para la edificación de la red hospitalaria nacional del entonces Seguro
Social Obrero.
A
manera de corolario, me pregunto ¿si los dirigentes sindicales, y en particular
los de sus centrales, saben lo que sucede con ESSALUD o si es para ellos algo
tan raro aquí, como el Pashto, el Farsi o el Sardanapalí?
(3/9/2012)
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