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Carlos Villacorta Valles
Perú, país donde las diferencias se agigantan
Hace dos décadas se implantó en el Perú el liberalismo más brutal, bajo el marco internacional de la imposición del patético “pensamiento único”, “el fin de la historia” y “el fin de las ideologías” con el amparo de la “caída del Muro de Berlín”.
Los peruanos fuimos engañados una vez más por los gobiernos de la “honradez”. Todos tienen que recordar lo que dijo Michael Camdessus, Presidente del FMI, en mayo de 1990 después de su conversación con Fujimori: “He escuchado música celestial”. ¿Qué dijo Fujimori? “Que hará exactamente lo que EEUU lo mande”.
Seguidamente en agosto del mismo año, el Premier Hurtado killer, disculpen quise decir Miller tras anunciar el Fujishock diría: “El pan francés que esta tarde costaba 9,000 intis, costará a partir de mañana 25,000 intis. Que Dios nos ayude”. Entonces, Lima la capital principalmente, amaneció desolada, sin transporte y bajo control militar y la corrupción durante 10 largos años.
Lo siguió implementado Toledo y los 4 años de García Pérez que acaban de concluir es más de lo mismo. Es decir seguimos controlados y gobernados por la desolación, el militarismo, la corrupción y la delincuencia.
Hoy el Perú es más rico en desigualdad y exclusión. Acabo de leer un sondeo de Ipsos-Apoyo que la gran mayoría de peruanos es consciente que estamos peor, que el 56% señala que la corrupción ha crecido agigantadamente, igual que la delincuencia y el narcotráfico. Claro que esto no es novedad, los peruanos más pobres lo sabemos en carne propia.
Todos los males del sistema capitalista están creciendo. Los recientes estudios del Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado Hideyo Noguchi señalan que, enfermedades psicológicas controlables ahora están imparables como la depresión y, lo que es más grave ha subido la anorexia y bulimia en adolescentes del 5% se ha disparado al 11.4%. La literatura, la cultura, la filosofía, la historia, la poesía y la reflexión han sido anuladas en las instituciones educativas y universidades.
Nuevamente las elecciones municipales, regionales y presidenciales hacen brotar las mismas promesas de siempre, las mismas disputas, las caras electorales de siempre nos sonríen y piden nuestro voto. Más de lo mismo ¿hasta cuándo?
Nunca como antes estuvieron más vigentes los versos de Javier Heraud: “Nos prometieron la felicidad/ y hasta ahora nada nos han dado”.
O las fundamentales preguntas de César Vallejo en Poemas Humanos pág. 65:¿ “Quién comprará, en los días perecederos, ásperos, / un pedacito de café con leche, /y quién, sin ella, bajará a su rastro hasta dar luz?”
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