¿Puede usted imaginarse a un alto funcionario de Yanacocha, preocupado sinceramente por la salud, la nutrición, la educación, el fortalecimiento de la ronda, la actividad productiva, mejoramiento de semillas, del ganado, la vida comunitaria, la fiesta religiosa, la revaloración de la cultura andina, los mitos, las creencias, las tradiciones, de la minga, el trabajo comunitario, etc? Todo esto, para cualquier funcionario minero, huele a cosa de “los indios y los cholos”, son cosas de los analfabetos, no es desarrollo, todo ello debe desaparecer de la mente y el corazón del campesino. Como dijo alguna vez un alto funcionario minero, “con plata baila el cholo”. Ese es su objetivo, pues de esta manera se asegura la explotación minera, que durará 30 años. La minería se va, el campesino se queda con todos los pasivos negativos, las nuevas generaciones van a pagar las consecuencias de las ilusiones que hoy nos vende la minería.
¿Pan para hoy, hambre para mañana?: Si. Pan para hoy, sólo para un reducido grupo de campesinos beneficiados económicamente, a cambio de traicionar a su identidad, a su razón de ser, por unos cuantos “beneficios económicos”, a cambio de vender su alma a la minera. Mañana habrá relaves, montañas con corazón de cianuro, aguas bombeadas, agricultura inexistente, ya no habrá minería.
Cuando la minería ya no necesita de las empresas locales, de los asalariados locales, cuando cierre sus actividades ¿cómo va a quedar los territorios?,¿cuáles van a ser las actividades de la población?, ¿qué competencias y capacidades han generado en las generaciones jóvenes?. Estas y otras preguntas deben ser motivo de reflexión ahora, para dar fundamento a la heroica lucha del pueblo de Cajamarca.
A quienes sinceramente piensan que la minería trae desarrollo, los invito a reflexionar, ustedes se están convirtiendo en buenos instrumentos a favor de las transnacionales, a cambio de una migaja, han regalado su corazón y su mente, sus ojos no ven otra cosa que dinero, creen que desarrollo es tener dinero, a cambio de traicionar a su pueblo, renunciar a su identidad, olvidar nuestra tierra a la cual le debemos la vida y tenemos el deber de cuidarla.
A quienes han vendido su conciencia por un puñado de dinero, que la madre tierra les perdone, cuando vayan a dormir eternamente en ella, por su pecado cometido. Ese perdón no lo podrán comprar con el dinero que les dio la mina.
Por ello, necesitamos revisar nuestra conciencia, evaluar nuestro rol, cumplir con nuestra misión de ciudadanos, de cajamarquinos que defendemos nuestra patria, nuestra cultura, nuestra identidad, que no nos han lavado la cabeza, que no nos han robado nuestro corazón.
Hay que fundamentar que ¡conga no va, ni hoy ni nunca!.
Atte
Dr. Jorge Tejada Campos
Docente
Docente
Universidad Nacional de Cajamarca
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