domingo, 23 de enero de 2011

♣ MAPUCHE ( pueblo originario chileno) TODO UN PUEBLO ENJUICIADO

LOS POETAS, ESCRITORES, HERMANOS DEL ARTE, NO PODEMOS SER AJENOS A LA IGNOMINIA Y ATROPELLOS QUE VIVEN LOS PUEBLOS POSTERGADOS. NUESTRA SOLIDARIDAD DESDE ESTA TRIBUNA CON EL PUEBLO MAPUCHE. LIBERTAD A SUS POBLADORES INJUSTAMENTE DETENIDOS Y RESPETO A SUS DERECHOS.

Niños torturados para que delaten a sus padres y tíos; mujeres abandonadas con manos y brazos atados; hombres que son enjuiciados con cargos de terrorismo por pertenecer a una comunidad mapuche ¿El Chile de Pinochet? No. Es el Chile “socialista” a lo Bachelet o “democrático” a lo Piñera, homenajeado por Alan García y el Congreso Peruano. 

El 17 de enero de 2011 han comenzado los alegatos finales en el juicio a ocho comuneros mapuches contra los que no hay ninguna prueba más que la declaración de “testigos protegidos”, testigos a los que no se puede identificar y que por lo mismo no puede saberse qué grado de credibilidad tengan, que no se sabe además si son reales o inventados, si tienen alguna animadversión contra los imputados, si son acusados que saldrán en libertad a cambio de su declaración.
 
(1) Los mapuches son víctimas de discriminación y represión. 
(2) Natividad Llanquileo, dirigente del pueblo mapuche.

En el Perú de Fujimori tuvimos los jueces sin rostro. Ya sabemos que la Comisión Interamericana de derechos humanos ordenó que los juicios se rehicieran. Si el juicio a los mapuches se rehiciera sin testigos ocultos no habría ninguna prueba contra los comuneros. Pero ellos ya han pasado un año y ocho meses en prisión. Mientras la CIDH se pronuncia y el juicio se repite pueden llegar a seguir encarcelados por lo menos un par de años más.

El delito de ser mapuche

Lo único realmente probado en el juicio a los mapuches es que se trata de una acusación parcializada, racista, violatoria dederechos humanos. La parcialización no puede ser mayor. Normalmente el Ministerio Público representa a toda la nación. Debe investigar imparcialmente y puede declarar inocencia. 

En la acusación a los comuneros mapuches leemos que la fiscalía Chilena ha renunciado a esta representación nacional para asumir la de una de las partes. Dice a la letra: “terceras personas ingresaron al interior del predio Labranza, contra la voluntad de mi representada, Forestal Crecex S. A.”
Pero no sólo eso. Ante la ausencia total de pruebas se ha aplicado una lógica ajena al debido proceso. Basta ser mapuche para ser sospechoso. Luego de eso será necesario probar la inocencia contra la lógica del derecho penal que dice que la inocencia debe presumirse hasta que se pruebe la culpa. 
Muchos testigos son llamados sólo a declarar que los mapuches son violentos y, como los acusados lo son, está comprobado que son una “horda de fieras” como alguna vez dijo “el diario más serio de Chile”, el mismo que apoyó a Pinochet.

Si cualquier persona roba madera o provoca un incendio sin víctimas personales se aplican leyes que dan penas de pocos años. Si los mapuches hacen lo mismo se aplica la Ley Antiterrorista.

Peor que Pinochet

Cuando Pinochet aprobó esta ley, en plena dictadura, sólo era aplicable si había muertos o heridos. Cuando los mapuches comenzaron a recuperar tierras el gobierno “democrático” extendió la aplicación para delitos contra la propiedad. 

La Concertación probó que no sólo continuaba la política de Pinochet, incluida la Constitución y la Ley Antiterrorista, sino que la empeoraba.

Las violaciones de los derechos humanos en el juicio han sido pan del día. Los familiares han denunciado torturas, presiones indebidas, secuestro, hostigamiento a familiares etc. 


De la propia acusación se ve que se trata de un juicio político. Se presenta como pruebas banderolas, libros, portales de internet. Incluso folletos sobre otros movimientos sociales. 

La lucha del pueblo mapuche es la lucha de todos los pueblos originarios de nuestro continente. Desde la independencia criolla las repúblicas latinoamericanas fueron implacables con los indígenas. Todo el peso de los estados nacionales se dejó caer sobre las comunidades nativas que aún sobrevivían.
 
El juicio a los mapuches no es más que la continuación de esta política. Podemos reemplazar “mapuche” por “quechua” o “awajun” y estamos ante los mismos problemas del Perú. 

Daniel Mathews

PIDEN SOLIDARIDAD PERUANA
Los familiares de los presos nos piden que enviemos cartas o mensajes a la Embajada de Chile, con copia a Natividad Llanquileo: nllanquileo@gmail.com. Es algo absolutamente fácil de hacer pero que nos dejará con la satisfacción de que estamos desde aquí participando en la defensa de los derechos humanos de nuestros pueblos originarios.

domingo, 16 de enero de 2011

♣ LIMA DE TODAS LAS SANGRES


Mestiza y andina. A punto de celebrar 476 años de fundación española, la capital del Perú es hoy la ciudad que José María Arguedas vislumbró.
Por: Eduardo Arroyo*
Domingo 16 de Enero del 2011
El 18 de enero, aniversario 476 de la ciudad de Lima, se conmemora también el centenario del nacimiento del gran amauta José María Arguedas. La capital peruana es hoy una ciudad globalizada y nacional, cosmopolita y popular, mestiza y andina como él la quiso y vislumbró.
Exclusión ibérica
Los conquistadores ibéricos –no españoles, pues España en 1535 aún no era un estado-nación sino una difusa amalgama de reinos enfrentados entre sí– quisieron emular en Lima el poderío metropolitano anclado en Madrid. Así, esta ciudad se hizo excluyente de las demás, en su arquitectura, en su identidad, en sus consideraciones hacia sí misma.

La gran ciudad

Los europeos atribuyeron dotes de gran ciudad a Lima, residiendo aquí el virrey y su corte. Fue también sede de la administración de la explotación de recursos naturales de todo el virreinato y punto de salida de las riquezas peruanas hacia la capital ibérica, protagonizando la gesta de una economía de exportación.

Urbe multicultural
Garcilaso de la Vega, como Guamán Poma de Ayala, nos descubren los vericuetos y dramas segregadores del mestizaje, en el que convivían elementos blancos, criollos, mestizos, indios, negros, amén de moros, chinos, japoneses y europeos a granel. Pero quien mejor ha retratado este mestizaje y lo ha planteado a nivel de utopía realizable, ha sido José María Arguedas desde su novela “Agua” hasta “El zorro de arriba y el zorro de abajo”, en el que pregona un mestizaje donde el ingrediente andino fuera vital. La expresión “todas las sangres” es el mejor retrato no solo de Lima sino del Perú integral, dotado de una multiculturalidad e interculturalidad.

Buscar la identidad
Arguedas buscó con angustia la forja de una identidad que se nutriera de nuestro ancestro y raíces andinas. Su obra es testimonio de la búsqueda creadora de una síntesis nacional, en la que lo andino y lo occidental se fusionaran dando paso a una nueva sociedad.

Allí está lo nuevo de la utopía andina, nunca arcaica, sino tremendamente moderna por recuperar lo más propio del alma nacional, de sus tradiciones, de sus raíces, de su ancestro, de su pasado y de su historia. Ese es su aporte al mundo. Una visión que madura en oposición a las utopías que buscan modernizarnos no desde dentro (una conversión endógena), sino importando una modernidad eurocéntrica, hoy venida a menos, en momentos en el que el Viejo Continente se descalabra ante la crisis internacional y los imperios hegemónicos nos ofrecen figuras mestizas liderando el escenario mundial (Obama y Hu Jintao).
En todo caso, la globalización puede convivir con la pluriidentidad nacional, lo nacional convivir con lo cosmopolita. Lima y el país han sido mestizos desde siempre, solo que la utopía andina reivindica el mensaje ancestral ante la noción de mestizaje de la generación del 900 (Riva Agüero, los hermanos García Calderón, Víctor Andrés Belaunde) que preconizaba la hegemonía blanca hispana.
Hoy, en un contexto de identidades globales y nacionales a la vez, internacionales y con fuerte presencia popular, nuestro país tiene un carácter integrador y su capital, Lima, es el crisol de todas las sangres, poblada de una ancha mesticidad, de una amplia choledad. Porque lo cholo es el mejor retrato de la ciudad y del país.
Lo cholo

Los cholos actuales son producto de la fusión cultural del mundo andino con la cultura criolla urbana, de la que nace una tercera identidad, la identidad chola. Sin embargo, se mantienen, como lo atestiguan los 7.000 clubes provincianos en Lima, las costumbres ancestrales en las yunzas, bailes, sabores, olores, música, lenguaje. Hasta en el fútbol. Ha sido el equipo cusqueño Cienciano que nos ha hecho vibrar con mayor fuerza nuestra peruanidad triunfante, al igual que los triunfos de Kina Malpartida, Sofía Mulanovich, Maicelo, Claudia Llosa, Magaly Solier, Mario Vargas Llosa, Gastón Acurio y demás.

La conquista de Lima
El desborde de los excluidos, luego de la Segunda Guerra Mundial, cambió el rostro del Perú y de Lima. La migración, el hecho social más importante del siglo XX, litoralizó la población nacional.

La migración, producto del desborde popular –no representado por el marco institucional–, repobló la costa. Un Perú profundo, concepto acuñado por Jorge Basadre y retomado por José María Arguedas, avanzó contra los cauces del Perú oficial.
Este desborde andiniza la ciudad, la ruraliza. A entender de José Matos Mar, lo que ha ocurrido es que lo andino ha conquistado la capital con un avance silencioso.
El Perú verdadero

El desborde popular, la oposición entre el Perú oficial y el profundo, hacen que esta ciudad ya no excluya al resto del país. Y tenemos nueve tipos de limeños de los que habla el experto en márketing Rolando Arellano: los conservadores, los tradicionales, los emprendedores, los sobrevivientes, los trabajadores, los sensoriales, los adaptados, los afortunados, los progresistas.

Una ciudad conquistada o reconquistada por los migrantes. Lima es la más grande de nuestras ciudades y probablemente la más serrana del país.
Hoy se ha impuesto la laboriosidad del Ande y, por tanto, el carácter trabajador del peruano; su carácter emprendedor, su creatividad e ingenio en una ciudad integradora de todas las etnias y nacionalidades.
Esta Lima mestiza resuelve las controversias sobre su identidad, tanto de aquellos que la han endiosado como de aquellos que la han satanizado. País y capital por pluricultural y plurilingüe. Una ciudad en proceso de destrucción y construcción simultáneas.
[*] Sociólogo.

domingo, 9 de enero de 2011

♣ CULTURA SHIPIBA A ORILLAS DEL RÍO RÍMAC

Los shipibos del río Rímac 
A ocho cuadras de Palacio de Gobierno, 600 miembros de la etnia shipibo-conibo viven asentados sobre un vertedero de basura. Llegaron a este lugar conocido como Cantagallo desde sus comunidades ubicadas a orillas del río Ucayali. Buscaban oportunidades para sus hijos, pero solo encontraron pobreza e indiferencia. En la zona que hoy ocupan se tiene previsto levantar el proyecto Río Verde, de la alcaldesa Susana Villarán. Unos quieren ser reubicados para escapar de la contaminación, pero otros proponen un proyecto de turismo vivencial. Aquí sus historias.

Por Karen Espejo  
Fotos  José Vidal

Nora Sousa tiene los pies desnudos y una vestimenta de trazos selváticos. En un rincón de su casa de madera arma collares de semillas, que luego vende en alguna calle del centro de Lima. “Si no hay venta, no hay comida para mis tres hijos... aunque a veces es difícil trabajar aquí, a veces es imposible respirar aquí”, confiesa esta mujer que en su juventud dejó atrás su natal Pueblo Nuevo (Bena Jema en lengua shipibo), una comunidad aislada de Pucallpa. Su lamento es comprensible: no hay nada más alejado del paisaje puro donde nació que el panorama de Cantagallo, un antiguo botadero de basura a ocho cuadras de Palacio de Gobierno, habitado desde hace once años por la etnia shipibo-conibo.

Hoy son alrededor de 600 nativos (la mitad menores de edad) instalados sobre montañas de desmonte que ellos mismos han ido asentando con el tiempo. Todos cambiaron sus días a orillas del río Ucayali –un cauce cargado de vida– por la sobrevivencia en las riberas áridas del río Rímac, un afluente colmado de enfermedades. Aquí no hay peces desplazándose bajo el agua libremente ni frutas colgando de los árboles. Aquí la comida se compra, la basura flota sobre corrientes turbias y las pocas plantas que existen agonizan por la contaminación del ambiente. Aun así, los shipibos decidieron dejar sus pueblos carentes de colegios y universidades para venir a esta ciudad en la que podían educar a sus hijos.  
“Quiero quedarme en la capital hasta que mis niños terminen de estudiar, aunque en Cantagallo hay mucha contaminación. Hasta el 2009 el municipio de Lima siguió arrojando basura aquí y todavía no tenemos agua ni desagüe. Mis hijos se enferman de tos y diarreas, o les salen manchitas en la piel. Hace poco escuché que la alcaldesa (Susana Villarán) nos quería reubicar para hacer una obra. Yo estoy de acuerdo, con tal que sea en una zona más limpia”, asegura Nora. El proyecto del que habla esta mujer de piel curtida es el flamante Río Verde, que pretende convertir cuatro kilómetros de ribera del río Rímac en un enorme parque con miradores, tiendas y espacios culturales. La obra incluye un coliseo para conciertos, justo en Cantagallo, un área de 20 hectáreas de la que los shipibos solo ocupan alrededor de 5 mil metros cuadrados.

En la selva de cemento

Sin embargo, no todos piensan como Nora. Leonardo Pacaya (66) –o Inca Soe, que significa “formado por el inca” en shipibo– no está dispuesto a salir del lugar. Este hombre de 66 años partió hace tres décadas de la comunidad amazónica de Santa Isabel rumbo a Lima, con cinco hijos a su cargo y una sola meta: darles la educación que él nunca tuvo. Así estuvieron viviendo en casas de amigos y vendiendo collares de semillas o bolsos de tocuyo en las calles, hasta que el 27 de octubre del 2000 los invitaron a exponer su artesanía en la feria Todas las Sangres de Cantagallo. “Como no teníamos a dónde ir, nos quedamos a dormir en los stands y ya no nos fuimos”, recuerda Leonardo, quien junto a otras cuatro familias de la etnia shipibo-conibo levantó las primeras casas, a pocos metros de lo que era la feria. Con el pasar de los años, el municipio limeño continuó arrojando basura sobre este descampado y, contradictoriamente, más shipibos fueron migrando hacia este terreno que aún pertenece al Estado.

Hilda Pacaya, hija de Leonardo y presidenta de la Asociación de Artesanos Shipibos Residentes en Lima (Ashirel), asegura que vienen haciendo todos los trámites posibles para permanecer en este espacio. “Hemos luchado contra Luis Castañeda porque él echaba basura encima de nosotros, sin importarle la salud de los niños. Ahora que entra Villarán, le presentaremos el proyecto Turismo Vivencial Shipibo-Conibo, que consiste en adaptarnos a la obra Río Verde, para hacer de este lugar una zona turística que muestre nuestras costumbres”, asegura.

Identidad amazónica

Consultamos al respecto a Augusto Ortiz de Zevallos, asesor de urbanismo de la alcaldía de Lima y propulsor de Río Verde. “Sabemos que hay shipibos viviendo hace años en la zona y no es una presencia que afecte la obra, pero sí es un tema delicado. En un primer momento cuantificaremos cuántas personas viven allí para decidir lo que sea mejor para ellos y también para la comunidad. Lo que sí te digo es que la idea de turismo vivencial que plantean me parece un potencial bonito que podría trabajarse y vamos a tomar contacto con ellos”, afirma el arquitecto.

Y es que, aunque los shipibos hayan migrado lejos de sus bosques para abrirse paso entre el áspero cemento de Lima, viven aferrados a sus tradiciones. Todos hablan lengua shipibo entre ellos y castellano con los visitantes; y todavía se pueden ver pobladores caminando descalzos con sus trajes típicos en las riberas del río Hablador o friendo plátanos en las puertas de sus casas. Los males del alma y las enfermedades más simples aún se diagnostican con ceremonias de ayahuasca y se curan con plantas amazónicas, de manos de “unayas” o curanderos como César Tananta, uno de los fundadores de Ashirel. Las leyendas como las del hombre lluvia (capaz de frenar huracanes con un hacha), la vida cotidiana en la selva y las visiones espirituales son plasmadas sobre telas con tierra de colores, gracias al arte de familias como los Pinedo Valera. Y existe incluso una reja metálica que divide a los shipibos puros de los mestizos (como llaman ellos a los limeños o nativos que conviven con ellos).

Sin embargo, resulta imposible ignorar que sus condiciones de vida no son las mejores, asentados sobre un vertedero de residuos sólidos. Y aparecen las madres como Yolanda Bardales (Sui Jisbue o mujer elegante, en shipibo), quienes no pueden negar la contaminación que recae sobre sus hijos, las consecuencias de vivir con solo dos letrinas comunales, ni la pobreza que los vuelve vulnerables. “Nosotros éramos de la comunidad de San Francisco, en Pucallpa. Llegamos a Cantagallo en el 2007 porque ya no vendíamos muchas artesanías allá y no había posibilidad de estudio para mis tres niños. Aquí ganamos un poco más de dinero, aunque también hay días sin comer y los chicos se enferman casi todas las semanas”, lamenta, mientras se balancea sobre una hamaca instalada en medio de su casa. La etnia shipibo-conibo vino a la capital con la esperanza de superarse y huir del aislamiento de sus comunidades. Algunos han logrado colocar a sus hijos en colegios, institutos y universidades, pero todos, sin excepción, hallaron enfermedad y abandono en su camino. Después de once años, el peor desenlace que podrían tener sería continuar sumidos en el olvido. 

ARTE CON TIeRRA DE COLORES 

Roldán Pinedo, su esposa y su hijo mayor, Harry Pinedo Valera, se dedican a la pintura sobre tela, con barros de colores que traen desde Pucallpa. Los tres se ganan la vida vendiendo cuadros sobre mitos amazónicos, trabajos cotidianos de la selva, como la pesca y la caza, así como visiones con ayahuasca, donde las serpientes suelen ser símbolos de protección. Según Roldán, muchas de sus pinturas han sido adquiridas por el historiador Pablo Macera, quien lo ha apoyado en diversas exposiciones. Hasta el momento, el arte rústico de la familia Pinedo Valera ha sido expuesto en Ecuador, Japón, Dinamarca, Alemania, España e Italia. El 18 de enero estarán en la galería Pancho Fierro.

♣ ARGUEDAS ASESINADO POR LA INDIFERENCIA Y LOS SOCIÓLOGOS DEL IEP

He vivido en vano
J. M. Arguedas (1911-1969). Cuatro años después de las mesas redondas organizadas en 1965 por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) –donde se dijo que su novela “Todas las sangres” no era aprovechable sociológicamente–, Arguedas decidió quitarse la vida.

Creo que hoy mi vida ha dejado por entero de tener razón de ser. Destrozado mi hogar por la influencia lenta y progresiva de incompatibilidades entre mi esposa y yo; convencido hoy mismo de la inutilidad o impracticabilidad de formar otro hogar con una joven a quien pido perdón; casi demostrado por dos sabios sociólogos y un economista, también hoy, de que mi libro “Todas las sangres” es negativo para el país, no tengo nada que hacer ya en este mundo.
Mis fuerzas han declinado creo irremediablemente.
Pido perdón a los que me estimaron por cuanto de incorrecto haya podido hacer contra cualquiera, aunque no recuerdo nada de esto. He tratado de vivir para servir a los demás. Me voy o me iré a la tierra en que nací y procuraré morir allí de inmediato. Que me canten en quechua cada cierto tiempo donde quiera se me haya enterrado en Andahuaylas, y aunque los sociólogos tomen a broma este ruego –y con razón– creo que el canto me llegará no sé dónde ni cómo.
Siento algún terror al mismo tiempo que una gran esperanza. Los poderes que dirigen a los países monstruos, especialmente a los Estados Unidos, que, a su vez, disponen del destino de los países pequeños y de toda la gente, serán transformados. Y quizá haya para el hombre en algún tiempo la felicidad. El dolor existirá para hacer posible que la felicidad sea reconocida, vivida y convertida en fuente de infinito y triunfal aliento.
Perdón y adiós. Que Celia y Sybila me perdonen,
José María Arguedas.
(El quechua será inmortal, amigos de esta noche. Y eso no se mastica, solo se habla y se oye).