¿Nadine
2016 por Fujimori?
Por Claudia Cisneros Méndez
Lo que no se le va a perdonar al binomio
Heredia-Humala, bajo ninguna circunstancia, es canjear el indulto a
Fujimori por la “Ley Nadine 2016”.
Se puede perdonar a este gobierno
su inexperiencia, su juventud política, hasta su falta de claro norte. Aun
cuando todo ello significa retraso, desorden, hegemonía de la derecha sobre el
Estado que deforma las propuestas originales de los Humala-Heredia, si uno
quiere aún creer en que sus intenciones son buenas y que corregirán en cuanto
se necesite, puede perdonárseles.
Se puede perdonar a Nadine
Heredia cargar un niño que no era pionerito, si uno elige creer que no sabía su
origen y que tuvo la mejor de las intenciones.
Se le puede perdonar llamar “mi
ministra” a una alta funcionaria de gobierno, si queremos creer que lo hizo por
familiaridad.
Se le puede perdonar el –cada vez
más– excesivo papel protagónico ante el público, siempre que sus aportes sean positivos
y no usurpe funciones o no mangonee la imagen del presidente, en público, a
nivel nacional e internacional.
Lo que no se le va a perdonar al
binomio Heredia-Humala, bajo ninguna circunstancia, es canjear el indulto a
Fujimori por la “Ley Nadine 2016”.
Si acaso algo se
puede agradecer al fujimorismo, es que nos graduó de ser ingenuos en política,
pasivos en ciudadanía, cojudos o indiferentes a los germinales esbozos de
atropello jurídico o moral.
El juicio a Fujimori es más que
el juicio al líder de un partido político que tiene todo el derecho a querer
seguir vigente, el juicio a Fujimori es la prueba de que la justicia sí es
capaz de castigar los delitos hasta de los más poderosos. El juicio a Fujimori
es prueba y símbolo de una esperanza: de que el sistema no está todo
corrompido, de que los ciudadanos valemos y contamos, cada uno de los muertos,
cada uno de los afectados, cada uno de los saqueados, cada una de las víctimas
del atropello del poder, hemos sido, de alguna forma, reivindicados con ese
juicio, con esa sentencia. El juicio y la condena a Fujimori son una lección de
vida: hasta los más poderosos caen, eventualmente caen, y no hay psicosocial,
ni hegemonía de derecha, ni dinero, ni conexiones internacionales, ni mentiras
que los salven.
Esa condena es una garantía de la
salud de la democracia. Si esa condena se quiebra ilegalmente otorgando el
indulto sin que esté Fujimori en estado terminal, entonces los enfermos seremos
todos en la sociedad, porque se habrá traicionado el principio de justicia, se
habrá traicionado la esperanza en el sistema, se ratificaría nuevamente –como
en el decenio fujimorista– que la política en nuestro país es sólo un medio de
algunos hambrientos de poder y privilegios para procurárselos.
No habrá
justificación atendible si Heredia-Humala acometen ese atropello legal y moral
contra la patria.
Se les puede perdonar muchas
cosas, pero herir nuevamente la moral de una nación, que tanto costó recuperar,
eso no se les perdonará jamás.
Y sepan que Fujimori fue el más
poderoso entre poderosos, y sepan que se ganó a pulso su encierro, precisamente
por creerse invulnerable a la justicia y a la historia mientras estuvo
encumbrado en el poder, como lo están ahora Heredia-Humala.
Y sepan que no hay
odio de por medio, que los peruanos de bien quisiéramos perdonar (ya su
hospedaje en Dinoes es un signo de benevolencia), si tan solo el primer
victimario de la nación sintiera y mostrara real arrepentimiento. Pero
contrario a ello, desconoce sus culpas, su responsabilidad y su condena. Pero
así no se puede perdonar, porque el temor de una nación es que el poder sirva
de inmunidad para el delito, de escudo contra la justicia, de aliciente para
que nos vuelvan a violar, a mentir, a robar y a matar, y luego puedan transitar
libremente –gracias al poder– como si nada de eso –los crímenes, las víctimas,
los delitos– valieran más que su individualidad.
La medicina tendrá que dar su
veredicto. Pero con una evaluación desde cero (y no con exámenes de la Historia
Clínica a los que nadie más que ellos han tenido acceso y que han estado
guardados bajo 7 llaves) y por médicos probadamente independientes y libres de
toda sospecha. Con el fujimorismo nunca se puede ser demasiado desconfiado*, esa
es otra cosa que ellos mismos nos han enseñado.
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*"Con el fujimorismo nunca se puede ser demasiado desconfiado,
esa es otra cosa que ellos mismos nos han enseñado" (¿ACASO LA PERIODISTA
NO HABRÁ QUERÍDO DECIR: ¿nunca se puede ser demasiado CONFIADO?
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