Ya sé que suena manido este asunto de apañar a última hora una especie de consenso entre la mayoría de los países (esta vez solo se ha quedado fuera Bolivia) asistentes a las cumbres climáticas de estos últimos años, pero esa es la sensación que tengo tras los acuerdos de la Cumbre Climática de Cancún.
Fuente de la imagen: efeverde.com |
"Los Acuerdos de Cancún desatan este nudo en la lucha contra el cambio climático. El pacto confirma la puesta en marcha de un fondo que llegará a 100.000 millones de dólares anuales en 2020 para combatir los efectos del calentamiento global en los países pobres, pero no se sabe ni de dónde saldrá el dinero ni cómo se repartirá". El documento también ancla por primera vez en la ONU el objetivo de evitar una subida de más de 2ºC de la temperatura media del planeta hacia 2100, sin aportar un plan para lograrlo. Para España, significaría evitar hasta 5ºC más en verano e impedir la desertización de la mitad sur de la Península".
Es decir, lo de casi siempre: buenas intenciones, ponemos algo de dinero y no decimos cómo lo vamos a realizar, ni a quienes vamos a obligar a mantener los "compromisos", aunque según todos los países asistentes a la Cumbre, salvo Bolivia, e incluso las organizaciones ecologistas, han coincidido en que es una buena base para seguir avanzando y lograr un tratado más ambicioso y jurídicamente vinculante en Durban 2011. Esperemos y recemos porque tengan razón.
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