Lejos de ser “un gran chismorreo”, los secretos revelados por Wikileaks muestran las profundas inconsistencias de una guerra contra el narcoterrorismo que sirve para militarizar AméricaLatina. Para el Perúpreelectoral, el presente informe de COMISEDE (think tank peruano) debe servir para definir con claridad las políticas sobre Drogas,seguridad y Amazonía. Hoy en el mundo, Estados Unidos es una potencia en descenso frente al auge chino. En esta nueva cartografía del poder, ¿qué rol cumple AméricaLatina?
La realidad de dos guerras fallidas
Estados Unidos financia la guerra contra el narcotráfico (a nivel mundial) con fondos que se elevan a US$ 1,947.45 millones. Para América Latina y el Caribe, este país destina del monto anterior, la suma de US$ 888.958 millones. Para sumar un dato más, en noviembre pasado, la embajadora en Lima, Rose Likins, confirmó (US$ 85 millones) de cooperación para el Perú en materia de control antiDrogas. En el 2009, la cifra ofrecida fue de US$ 37 millones, mientras que la del 2010 ascendió a US$ 40 millones.
El incremento de cooperación para el 2011 representa el “interés nacional” de EE. UU. en (intentar, una vez más) acabar con el problema de la cocaína que ingresa a su mercado. Sin embargo, habría que analizar dicha estrategia antidroga de ese país y plantear soluciones alternativas, a la luz de sus escasos resultados a nivel global y regional. Indicadores como estabilidad de precios y cantidad exportada respecto a la incautada, nos aproximan a la realidad de tal política, pasando por sus consecuencias más concretas como la militarización (caso más representativo Plan Colombia y las bases militares), el incremento de violencia generalizada (casoMéxico). El fenómeno de militarización tiene un elemento clave: su utilización como instrumento para lograr influencia geopolítica en la región. Así, tal “interés nacional” se enmarcaría en la lógica realista de recuperación de un poder y liderazgo decadentes a través de la cooperación en materia de lucha contra las Drogas.
Sucede la misma situación con la guerra hacia el terrorismo. Los montos de ayuda norteamericana para combatir el terrorismo son considerablemente altos, pero al momento de ver resultados concretos, la situación no es nada alentadora. Los intercambios de inteligencia, satélite, las “operaciones quirúrgicas”, las transferencias de recursos materiales y humanos, etc., no han servido de mucho en los casos de Afganistán y Colombia, donde los niveles de violencia y amenaza se mantienen altos. Incluso hace pocas horas, Obama reconoció que derrotar a Al Qaeda tomará tiempo y que Afganistán sigue siendo “difícil”, ahora cuando la Casa Blanca presenta un balance de la guerra. En Colombia, a pesar de los éxitos mediáticos contra la jefatura de las FARC, la violencia del conflicto está lejos de haber desaparecido. Solamente dos cifras: 4 millones de desplazados, refugiados y migrantes Colombianos y 51 mil desaparecidos.
Desde la década de los 80, las agencias de los distintos Gobiernos de EE.UU (Bush papá, Clinton, Bush hijo y ahora Obama), especialmente el Departamento de Estado y el Pentágono (Comando Sur), tuvieron distintas prioridades en el Perú: o combatir el terrorismo de Sendero Luminoso, o, combatir la producción de coca/cocaína. Lo que siempre sostuvieron los gobiernos de García (primer gobierno) y Fujimori (1990-2000), es que la tarea contra las Drogas era policial y la de combatir la subversión, de carácter castrense. Tanto Toledo, como García recargado, cambiaron este paradigma peruano bajo la influencia de la lucha contra el “narco terrorismo”, con el terrible costo de la ineficiencia, la “orgía” de corrupción, y, una mayor inseguridad rural.
Estos dilemas se han mantenido, con la transición a la democracia y se reflejan hoy en día, en distintas categorías. Por ejemplo, en el Alto Huallaga, el Frente Policial Huallaga y el CORAH realizan tareas de interdicción y erradicación, mientras combate a los acuerdistas de “Artemio”. En el VRAE, la tarea principal de las FF.AA es, desde antes del 2006, combatir los “remanentes” de Sendero “Proseguir” comandados por Alipio. Aparentemente, en materia de interdicción el VRAE es una coladera de insumos, corrupción, sin erradicación.
Lamentablemente, desde las postrimerías de LA PRIMERA administración de Toledo (por la negociación TLC), se incrementó la influencia del Comando Sur en el país. Durante el segundo gobierno de García (Plan Vrae, Putumayo y Costa Norte), Perú y laColombia de Uribe Santos, empezaron a compartir criterios y procedimientos sobreseguridad democrática, la teoría del “yunque y martillo” sobre las fronteras del Putumayo. Gracias a la influencia del Comando Sur y sus buenas relaciones en la Marina, se impulsó la denominada “guerra contra el narco terrorismo” al mismo estilo que en Afganistán y Colombia. Las consecuencias de haber caído en los dilemas de Washington, no pueden ser peores: una sociedad rural estigmatizada y criminalizada, un SL en expansión, un narcotráfico absolutamente infiltrado en el Estado. La Primera.
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