domingo, 20 de noviembre de 2011

♣ OLLANTA HUMALA A LUIS BEDOYA REYES

 César Galjuf
ar_gale1@hotmail.com
19 noviembre 2011

CONDECORACIÓN DEL MAS BAJO NIVEL

Para que no quepan dudas por donde SE HA ECHADO a transitar últimamente, el Presidente Ollanta ha condecorado a Luís Bedoya Reyes. Líder político de los empresarios y dirigente histórico del Partido Popular Cristiano que, de popular no tiene nada y de cristiano mucho. Los mutuos halagos resonaron por los parlantes: “son las personas, como usted, que levantan el nivel de la política y ojalá hubiera más como usted”, dijo el pongo; “es usted una caja de sorpresas gratas”, precisó el notable.

En el crepúsculo de su vida, 92 años, tenemos mucho que recordarle al “tucán”. Por ejemplo, el voraz incendio que arrasó con el antiguo Mercado Central (1902-1964) cuando era Alcalde de Lima y poco después que declarara que había que “erigir un nuevo mercado que ofrezca un aspecto digno para la jerarquía de la capital”, en 1967 inauguraba el nuevo mercado con un edificio de 8 pisos; la muerte de 6 trabajadores y un policía en el asalto a la fábrica Cromotex, al que prestaba asesoría legal, en 1979; el cogobierno de su partido en dos periodos de acciopopulismo; la catadura moral de sus “polluelos”: uno visitando la salita del SIN para recibir dinero y ponerse al servicio de la dictadura Montesinos-Fujimori, y el otro acusado de intentar violar a su psicóloga y desconocerle una deuda. El patriarca declaró que no eran nada más que pecadillos de pichones.
Es curioso el tablero en el que movemos nuestras fichas, llegamos a coronar y luego nuestra “dama” amenaza y arremete contra nuestras posiciones. Las últimas declaraciones de Ollanta, respecto a los recursos naturales alojados en nuestro subsuelo son calco y copia de lo que manifestaba su antecesor en su mamotreto “el perro del hortelano”.

El punto de quiebre del gobierno del “gordinflón” se dio con los sucesos de Bagua y a poco más de un año de la culminación de su mandato. Allí comenzó su repliegue. La causa de esa gesta popular y de otras que convulsionaron poblaciones enteras del Perú profundo, fue por la defensa de sus aguas y sus tierras que les ha permitido sobrevivir y resistir el despojo del que son víctimas generación tras generación. El argumento de llevarles modernidad (como lo plantean los saqueadores) no es más que un grosero engaño para arrebatarles lo poco que tienen y lanzarlos a engrosar la población desocupada que pulula miserablemente en las grandes ciudades. En 1930 el 70% de la población vivía en el campo, dedicada a la agricultura y  ganadería, hoy el 80% vive en las grandes urbes y la gran mayoría lo hace en condiciones de subempleo o desempleo. Allí está el origen del pandillaje y la delincuencia al que los gobernantes enfrentas promulgando leyes -cada vez más drásticas- y construyendo cárceles que terminan de lapidar lo poco que les queda de  condición humana a los reos.

Seducido por conservar el poder, aún no sabemos a qué costo, Ollanta ha optado por decirles “chi cheño” (una de las tradiciones peruanas de Ricardo Palma) a los que, está convencido, lo mantendrán atornillado al trono hasta el 2016. Los titulares de la prensa oligárquica le amainan el ego y lo espantan, como lo hace una palmada con las plumas del pavo encrespado. Ese es su talón de Aquiles y con voz trémula les pide menos escándalo. A menos de cuatro meses en el cargo se ha propuesto lanzar una cruzada para allanar el camino que permita a los grupos de poder económico incrementar, aún más, sus arcas.  La guerra está declarada, de llevarla al límite pronto se dará cuenta que, aún con sucesivas carnicerías, no logrará doblegar la férrea voluntad de los pueblos para defender lo que por derecho histórico les corresponde y tienen que alcanzar a sus hijos y sus nietos.              

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