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El desayuno: ¿qué recomiendo para bajar de peso?
Por Dr. Salomon Jakubowicz
Suena el despertador y el cerebro empieza a preocuparse: “Ya hay que despertarse y nos comimos todo el azúcar”. El cerebro descubre la gravedad de la situación cuando la chica decide (equivocadamente) evitar el desayuno porque quiere bajar de peso con una dieta.
Llama a la primera neurona que tiene a mano y manda mensaje a ver la disponibilidad de azúcar (carbohidratos) en la sangre. Le responden: “Aquí hay azúcar para unos 15 a 20 minutos, nada más”.
El cerebro hace un gesto de duda y le dice a la neurona mensajera: "De acuerdo, vayan hablando con el hígado a ver qué tiene en reserva". En el hígado consultan la cuenta de ahorros y responden que "los fondos alcanzan para unos 25 minutos".
En total no hay sino cerca de 290 gramos de azúcar, es decir, alcanza para 45 minutos, tiempo en el cual el cerebro ha estado rogándole a todos los santos a ver si a la chica se le ocurre desayunar.
En la mañana las personas con sobrepeso están apuradas o no les provoca comer, así que el pobre cerebro tendrá que ponerse en emergencia: "Alerta máxima: nos están tirando un paquete económico. Cortisona, hija, saque las proteínas que pueda de las células musculares y hasta el colágeno de la piel".
Consecuencias de no desayunar en las mujeres:
Aumento de la grasa del abdomen
Cansancio y dolores musculares (fibromialgia)
Caída de cabello de raíz grasosa
Hirsutismo (vellos) y acné
Infertilidad y abortos en el primer trimestre
Ansiedad por comer (carbohidratos) en las tardes
Consecuencias de no desayunar en los hombres:
Aumento de la grasa del abdomen
Ronquidos al dormir (apnea del sueño)
Colesterol y triglicéridos altos
Verruguitas en el cuello y las axilas
Retención de líquidos
Dolores de cabeza, ataques de irritabilidad e insomnio
Quien cree que no desayuna se está engañando: se come sus propias proteínas, se autodevora. La consecuencia es la pérdida de los músculos y colágeno.
Lo peor ocurre cuando llega la tarde, justo antes de quedarnos totalmente sin azúcar. El cerebro, antes de perder totalmente los ahorros de energía, decide provocar intensos ataques de hambre y aumento del apetito, llevando a sentir intensos deseos por alimentos dulces, y sin poder evitarlo, empiezan a comer con ansiedad todo lo que encuentran a su paso llevando a engordar otra vez.
Por último, los alimentos ingeridos con ansiedad en la tarde y la noche generan que en la mañana del día siguiente no provoque comer el desayuno, volviendo a al principio de este círculo vicioso.
Recomendaciones médicas para adelgazar:
Desayuna hasta estar más que satisfecho
Si tienes ansiedad por carbohidratos en la tarde, significa que desayunaste pocas proteínas
Desayuna al levantarte (antes de que pasen 60 minutos)
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