domingo, 18 de julio de 2010

♣ MEMORIA Y LECCIONES DEL PASADO, La Cantuta, 18 años después.


CONSTRUYENDO MEMORIA

La Cantuta: 18 años después

(1) Otra sentencia no lo vincula con actos terroristas. Estudiantes de La Cantuta podrán descansar en paz. (2) Atentado en la calle Tarata dejó 21 muertos y 147 heridos. (3) Infatigable Raida Cóndor. (4) ¡El colmo!

Hoy se conmemorarán 18 años de la matanza de La Cantuta con una romería en el cementerio “El Ángel”, desde las 10:30 a.m.




LAS VÍCTIMAS

- Bertila Lozano Torres
- Dora Oyague Fierro
- Luis Enrique Ortiz Perea
- Armando Amaro Cóndor
- Robert Teodoro Espinoza
- Heráclides Pablo Meza
- Felipe Flores Chipana
- Marcelino Rosales Cárdenas
- Juan Mariños Figueroa
- Hugo Muñoz Sánchez

A 18 años del asesinato de nueve estudiantes y un profesor de la Universidad La Cantuta, otra sentencia judicial determina que ellos no estuvieron involucrados con el criminal atentado de la calle Tarata, perpetrado el 16 de julio de 1992 por Sendero Luminoso, echando así por tierra la justificación de los miembros del Grupo Colina para eliminarlos.

Durante muchos años el estigma del terrorismo viene persiguiendo a los nueve estudiantes y al profesor de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, conocida como La Cantuta, quienes fueron ultimados a tiros el 18 de julio de 1992 por los integrantes del Grupo Colina. Mucho se ha especulado sobre la participación de esos estudiantes en el atentado terrorista de la calle Tarata, en Miraflores, perpetrado dos días antes.

Desde tribunas oficialistas y castrenses han dicho que la matanza de La Cantuta estaba justificada porque, afirmaban, esos estudiantes fueron los autores de la insana violencia senderista que reventó en el corazón de Miraflores. Sin embargo, hace unos días el colegiado “C” de la Sala Penal Nacional condenó a 25 años de cárcel a la senderista María del Carmen Ortega Segundo, conocida como camarada “Rosa”.

La justicia determinó que Ortega atentó contra la tranquilidad pública en la modalidad de terrorismo al conseguir, acondicionar y colocar el “coche bomba” que estalló en la calle Tarata y dejó 21 muertos y 147 heridos. Asimismo, la resolución expedida por los magistrados David Loli Bonilla, María Vidal La Rosa y Rosa Amaya detalla que la camarada “Rosa” adquirió 400 kilos de explosivos y los llevó hasta una vivienda ubicada en la Cooperativa 5 de Agosto, en Santa Anita, donde fue acondicionado el “coche bomba”.

Para cumplir su misión movilizó al destacamento Nº 15 de Sendero Luminoso, el cual ella dirigía, y además contó con el apoyo de los destacamentos Nº 12 y Nº 18 de ese grupo terrorista. Esta información fue acreditada y probada con las declaraciones de varios terroristas acogidos a la confesión sincera que participaron con ella en los destacamentos Nº 12 y Nº 15. El Poder judicial probó, además, que “Ortega era mando político-militar del destacamento Nº 15, el cual era el de mayor agresividad, pues era un destacamento especial”, sostiene la resolución, la misma añade que “Rosa” debe pagar S/.100 mil de reparación civil a favor del Estado.

Al ser capturada en 1992, “Rosa” fue procesada en el fuero militar y condenada a 25 años de cárcel. Tras la anulación de sentencias de jueces militares, en 1998 fue sentenciada a cadena perpetua en el fuero civil, pero logró que su condena sea anulada y tuvo un nuevo juicio, el que acaba de concluir. Lleva 16 años en prisión y no goza de beneficios penitenciarios. Cumplirá su condena en abril de 2019.

En el libro “El crimen de La Cantuta”, el periodista y escritor Efraín Rúa relata que aquella noche en que se perpetró el atentado en Tarata un grupo de alumnos ingresaron en la referida casa de estudios en una camioneta que presentaba manchas de sangre. Al ser consultados por esa sangre, los estudiantes dijeron que era sangre de pollos que habían matado para celebrar una pollada. Para los militares las manchas de sangre eran la prueba de que los estudiantes de La Cantuta eran los responsables del atentado.

En las oportunidades que fue interrogada, Ortega no ha dicho si alguien de la Universidad La Cantuta participó o no del atentado en Tarata. Sus cómplices también ya han sido condenados. Pero la sentencia contra la camarada “Rosa” no es la única que indica que no existe relación entre los estudiantes de La Cantuta con el terrorismo, existen varias, pero quizá la más importante es la que emitió la Sala Penal Especial que condenó a Alberto Fujimori a 25 años de prisión por la muerte de estos alumnos.

El tribunal señaló que en ninguna de las investigaciones realizadas encontraron indicios de la posible vinculación de los fallecidos con las acciones de Sendero Luminoso, ni integraban esa organización, a pesar de que las sospechas en ese sentido fueron las que desataron la masacre.

“El Tribunal hace constar que los agraviados en los casos Barrios Altos y La Cantuta no estaban vinculados a las acciones terroristas del PCP-Sendero Luminoso ni integraban esa organización”, señala el fallo de la Sala Penal Especial. El pronunciamiento del Tribunal continúa siendo celebrado por los deudos. Raida Cóndor, madre de uno de los estudiantes de La Cantuta asesinados, dijo que ahora que la justicia aclaró que las víctimas no eran terroristas “puedo alzar la cabeza y decir que mi hijo fue Armando Amaro Cóndor”.

Las llaves desaparecidas

Raida Cóndor recuerda, como si fuera ayer, aquel 20 de agosto de 1993 cuando el fiscal Víctor Cubas Villanueva, en una diligencia realizada en la residencia estudiantil de la Universidad La Cantuta, probó unas llaves encontradas días antes en una fosa de Cieneguilla. Con una de esas llaves, el fiscal abrió el armario de Armando Amaro Cóndor, su hijo, y con otra llave abrió la puerta de su casa. No quedaron dudas, Armando había sido víctima de la guerra sucia. Pocos saben que aquellas llaves, que son un ícono del caso La Cantuta, y que son el único rastro de Armando Amaro, han desaparecido. La investigadora Jo-Marie Burt relató a LA PRIMERA que hace unas semanas representantes del “Lugar de memoria” le solicitaron a Raida Cóndor que done las llaves de su hijo para exhibirlas, pero grande fue su sorpresa cuando ella les informó que no las tenía en su poder porque fueron perdidas por la policía. Carmen Amaro, hermana de Armando, detalló que esa pérdida ocurrió cuando los restos de los estudiantes exhumados de las fosas en Cieneguilla fueron llevados a la policía para ampliar las investigaciones sobre este caso. “Se llevaron, en 1993, las llaves e incluso la chapa de la puerta de mi casa. Esas llaves eran la única prueba de que mi hermano fue enterrado en las fosas clandestinas, ahora ni eso tenemos, porque su cuerpo tampoco fue encontrado”, señaló.

Marcelo Puelles
Redacción
La primera

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