Carlos Villacorta Valles
La movilización de los pueblos originarios amazónicos en defensa de sus territorios, sus derechos, sobre todo el de existir, que culminó con el “Baguazo” del 5 de junio del 2009, tal parece que no será episódica por la actitud que viene adoptando el gobierno de turno y el liberalismo en su conjunto, que indudablemente confirman que el Estado colonial no ha fenecido.
Primero fueron las persecuciones a los dirigentes nativos a quienes les cargaron toda la responsabilidad de lo sucedido, sin tomar en cuenta quién ordenó la masacre desde el gobierno.
Luego las “Mesas de concertación” que resultaron todo un saludo a la bandera, como si no existieron, dilatan el tiempo hasta el infinito; seguidamente el Tribunal Constitucional que da carta blanca a vender los territorios indígenas al declarar improcedente la demanda de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep) de paralizar las inversiones petroleras en los lotes 37 y 69 de la Amazonía, ofrecidos por el gobierno a empresas transnacionales sin consultar con las comunidades afectadas, antes de la firma de los contratos y el inicio de las operaciones.
No podemos dejar de lado la vergonzosa cancelación de la residencia y expulsión del sacerdote inglés Paul Mc Auley, sólo por haber participado en marchas pacíficas a favor de los indígenas y del medio ambiente en la Amazonía peruana.
Ahora los pueblos amazónicos deben y tienen que estar preparando una marcha por la dignidad y defensa de su territorio.
El gobierno se está interpelando a sí misma y, esto para todos los gobiernos y los tiempos históricos, preguntamos en voz alta: ¿Cómo hablar de la existencia de multiculturalidad o plurinacionalidad sin reconocerlo?
Esta plurinacionalidad sin esencia y menos contenido que el gobierno aprista hace gala con su gobierno inicia también pues una marcha por la descolonización del Estado y sembrarle contenido pluricultural.
La casta señorial del Estado vacío de plurinacionalidad muestra su incapacidad de haber resuelto el Estado colonial y da sentido y vigencia a una lucha para insistir en el debate sobre nación y nacionalidad como condición fundamental para transformar el Estado y su esencia política impulsando un proyecto político como nación y plurinacionalidad.
Hay quienes hablan de nacionalismo sin involucrarse en un proyecto plurinacional, entonces, ¿cómo se pretende soberanía?, ¿cómo se pretende desarrollo propio?
¿Cuándo acabará este proceso genocida sistemático que empezó con la colonia e indudablemente continúa con la república?
La antidemocracia y dictadura del Estado o Estado colonial consiste en no saber escuchar a los pueblos originarios. Por ello, para que el Estado presente se precie de democrático debe ampliar su política y decisión al ámbito de la plurinacionalidad efectiva y no de palabra. Es decir bajar el Estado hasta los pueblos andinoamazónicos y reconocerlos como tal con voz y voto en la práctica. Nunca más Perú como nación sin los Pueblos Andinos y Amazónicos.
La movilización de los pueblos originarios amazónicos en defensa de sus territorios, sus derechos, sobre todo el de existir, que culminó con el “Baguazo” del 5 de junio del 2009, tal parece que no será episódica por la actitud que viene adoptando el gobierno de turno y el liberalismo en su conjunto, que indudablemente confirman que el Estado colonial no ha fenecido.
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