viernes, 3 de abril de 2009

EDUCACIÓN Y MALAS AUTORIDADES QUE MERECEN SER REVOCADAS

Por Carlos Villacorta Valles Forjando la educación transformadora R.- Aguda normatitis de nuestras autoridades. TRANSFORMAR LA MENTALIDAD DE LAS AUTORIDADES EDUCATIVAS, MEDIANTE LA CRÍTICA CONSTANTE Y EL REVOCAMIENTO, POR MANTENER E IMPLEMENTAR MEDIDAS QUE ATENTAN CONTRA LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN. Es común encontrarnos con “autoridades educativas” cerradas, incapaces de analizar más allá de su contexto o su espacio o como se dice irónicamente, “más allá de sus narices”. Simplemente sirven al sistema y a sus gobernantes a pie juntilla. Perdidos en el espacio sideral de las normas y la normatitis. No les importa o no se dan cuenta de lo que hacen o simplemente cuidan su puestecito. Respiran normatitis por todos sus poros. Sea el nivel de su cargo o puesto donde se encuentren, mantienen las siguientes medidas impropias: 1.- El exiguo salario docente que no llega ni a la primera parte de la canasta básica familiar, que hace del maestro un esclavo del trabajo de la mañana tarde y noche para sobrevivir, en desmedro de su salud integral, su familia y por cierto la calidad de la educación. 2.- Existiendo derechos, beneficios, etc. No los cumplen o los hacen cumplir, ni mucho menos recibe sanción por estos incumplimientos. Por ejemplo la capacitación general de los docentes, las reuniones pedagógicas bimestrales, etc. 3.- Mantener la rutina de cumplir normas a rajatabla, sin permitir adecuarlas a la realidad o ni siquiera mejorarlas. 4.- Iniciar labores del año siguiente sin siquiera haber hecho el balance del trabajo del año anterior, para corregir errores. 5.- Imponer leyes, en nuestro caso, la Ley General de Educación 28044, absolutamente declarativas, poéticas y fantasiosas y que nadie cumple. De igual forma la colegiatura que es para profesiones liberales. La nuestra está tutelada por el Estado. O la actual Ley 29062(NLCP). 6.- Mantener fuera de orientación y asesoramiento psicológico a las instituciones educativas, pese a los múltiples problemas de aprendizaje, problemas de conducta y pandillaje, la crítica salud mental del número cada vez creciente de docentes. Ni siquiera por redes hay un centro psicológico gratuito.
7.- La voluntad politiquera de colocar sólo “amigos”, partidarios, familiares y “especiales” y “colaboradores”, que no saben ni lo que van a hacer en las entidades públicas educativas. 8.- Se aumenta horas y semanas de trabajo sobre lo mismo y, sin pago alguno, como el caso de los maestros, confundiendo cantidad con calidad. 9.- Declarar o apmliar feriados sólo pensando en las ganancias que tendrá la empresa privada, sobre todo las de turismo. 10.- Seguir llamando “desertores” o “deserción escolar” a los niños que no pueden asistir a clases por razones económicas y de trabajo infantil. “Desertor” es un término castrense, que se les da a los traidores o los que huyen de los cuarteles. El término correcto es expulsado por el sistema. Otros prácticamente son excluidos. 11.- Insistir en modelos pedagógicos del exterior que ya son historia en esos países con más de medio siglo. 12.- Mantener las IE, sin bibliotecas, talleres y laboratorios, etc. En todo caso sin implementar. Estas y otras medidas impropias, que no benefician absolutamente nada, ni al sistema ni al capital humano, son implementadas, desarrolladas o mantenidas por los burócratas de turno. El sistema es lo que les permite parasitar impunemente. El capital humano se entiende como el aumento en la habilidad de producir más y mejor el trabajo y, de los trabajadores, alcanzado con medidas que mejoran la capacidad del trabajador. Esto lo tienen que hacer indudablemente los jefes o funcionarios de las diferentes instituciones sean públicas o privadas. Sin embargo, como no les pasa nada, no lo hacen. Lo descrito se puede ajustar tranquilamente a todas las instituciones de los diferentes sectores de la producción.

1 comentario:

  1. EDUCACIÓN Y MALAS AUTORIDADES QUE MERECEN SER REVOCADAS:
    Es común encontrarnos con “autoridades educativas” cerradas, incapaces de analizar más allá de su contexto o su espacio o como se dice irónicamente, “más allá de sus narices”.

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