Fechorías sin perdón ni olvido, como las bombas nucleares lanzadas contra Hiroshima y Nagasaki.
Fechorías, como todas las manoseadas dictaduras sobre los pueblos más pobres.
Fechorías, donde el terror devora conciencias y las convierte en vasallas obedientes que acatan cualquier inmundicia, cualquier genocidio, cualquier verborrea.
Fechorías que asesinan a su propio pueblo, como en las Torres Gemelas, para propiciar un mito, una guerra y una ganancia a las grandes transnacionales, cuyos dueños están inmersos en los gobiernos, arrancando su tajada a cuanto pueden y donde pueden.
Fechorías inenarrables cultivadas en los laboratorios genéticos, futuras armas de destrucción masiva como el S.I.D.A., la Gripe Aviar, el Ébola y últimamente, el virus AN1H1, arrojado sobre México, el cual no ha sido sino un cobarde ataque biológico contra una población indefensa. Fechorías, miles de millones de ellas están escritas sobre la frente de quienes las idearon, financiaron y ejecutaron para detener el pensamiento activo y constructor de un planeta diferente.
Fechorías encubiertas por la O.E.A., los gobiernos títeres, y los medios de comunicación masiva, medios de evasión y de captura de conciencias, especialmente las de niños y jóvenes, para alejarlos del interés hacia su propia cultura, por decir lo menos.
Fechorías, inclusive, aún no cometidas.
Nosotros somos los que hemos llegado al poder acatando las mismas reglas que nos han impuesto en una elección democrática. Estamos en el Gobierno para obedecer el mandato del pueblo soberano y reconstruir una Nación muchas veces avasallada por otras y, para cambiar lo impuesto, por la libertad de elección de nuestro propio destino. Es lo que merecemos hacer para ser un Gobierno realmente democrático y junto al pueblo convertir la felicidad de todos en Ley Fundamental de la República.
Esto a ellos no les gusta. Sus fechorías siguen ávidas de petróleo, de frutas, de minerales, de agua, de bosques, de energía, de todo lo que nos pertenece como patrimonio, porque quieren gobiernos vasallos y pueblos esclavos, explotados, fáciles de endeudar con préstamos impagables para facilitar el saqueo de sus riquezas fundamentales. Nos exigen negociar bajo amenaza de muerte. Si nos negamos, nos ocurrirá lo que a Jaime Roldós, Omar Torrijos o Salvador Allende, silenciosos héroes de nuestra Patria Latinoamericana.
Si no logran asesinarnos, buscarán mil formas para desprestigiarnos, con basureada verborrea de pastores salvadores de la gran ralea, con amigos oligarcas, banqueros y empresarios repitiendo los rezos dictados a sus oídos, con todo tipo de ardides y montajes bacanales de shows televisivos, como el de aquéllos cientos de personas que hicieron aparecer como miles protestando contra Chávez en una intentona por desestabilizar al gobierno. ¿Es el turno de Correa? En fin, no vale aquí hurguetear bajo tanta basura. La conocemos y la hemos reciclado muchas veces para convertirla en abono de nuestras conciencias. Aunque aún hay gobiernos desconocedores de tan digna ciencia y salvan su pellejo a costa del pellejo de su propio pueblo.
Conscientes del significado de una Patria Buena, ¿nos merecemos una distracción contestataria a tan sabidas acusaciones?
Aún hay niños acusando su hambre, su educación, su salud.
Aún hay pueblos acusando la injusticia de la cesantía, la falta de una casa digna, la negativa al acceso de un curso técnico o profesional.
Aún hay un Planeta acusando la falta de un equilibrio medioambiental, de una sonrisa en cada rostro, de una paz tangible, potable, amable y querible.
¿Tenemos la capacidad de responderles?
*Mario Manque, POETA del MUNDO:
Enviado por: http://www.poetasdelmundo.com/verInfo_europa.asp?ID=3254
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