miércoles, 24 de junio de 2009

EDUCACIÓN Y TRANSFORMACIÓN

LA EDUCACIÓN DEL FUTURO IV ¿ SERÁ NECESARIO APRENDER? ¿Qué tipo de conocimientos exigirán las próximas décadas? La adecuación de la educación a las transformaciones que producirán en las próximas décadas exigirá profundos cambios en saberes que transmitirá el sistema educativo. No es posible predecir los contenidos concretos que deberán enseñarse en las diferentes disciplinas. En parte, porque muchos de ellos aún no han sido creados. En cambio, sí es factible afirmar que asistiremos a una transformación sin precedentes tanto en el tipo de conocimientos en que se formaran como en las competencias (saber hacer) en que serán capacitados los futuros alumnos. Este cambio no sólo estará íntimamente vinculado a los nuevos requerimientos de saberes y perfiles profesionales que plantearán modificaciones en el mundo del trabajo. También estará relacionado el tipo de capacidades que se necesitarán para comprender la realidad y participar política y comunitariamente en sociedades cada vez más globalizadas, informatizadas y complejas. El tipo de saberes que predomina actualmente en la mayoría nuestras escuelas es fuertemente atomizado, memorístico y enciclopédico. Está profundamente desvinculado de la realidad e inhabilita la comprensión de los procesos tecnológicos y sociales que ocurren fuera de ellas. Está basado en datos, fechas y fórmulas que sirven para aprobar exámenes que principalmente habilitan para acceder a otros exámenes. Pero este tipo de saberes que hoy resulta totalmente obsoleto tuve razón de ser en las condiciones laborales y sociales que predominan hace más de un siglo. En aquel entonces una de las principales misiones de la escuela era transformar campesinos y artesanos en trabajadores para incorporarlos al modelo productivo emergente: el sistema fordista que basaba su organización en la producción en cadena. Como genialmente representara Carlitos Chaplin en Tiempos Modernos, el sistema laboral exigía disciplinar el cuerpo y la mente para repetir ritualmente ciertos movimientos. Al mismo tiempo, en el plano social y político la escuela debía formar para un mundo relativamente estable, donde predominaban mucho más las certezas que las incertidumbres. En este mundo, la visión fragmentada de la sociedad contribuía a generar en las mayorías la conciencia de que sólo las elites estaban en condiciones de gobernar y conducir los destinos de los países. En los últimos años del siglo XX tanto el modelo fordista como el mundo de las certezas están en vías de extinción. Tarde o temprano, las nuevas realidades que plantean los modernos procesos científicos tecnológicos y productivos, por un lado y la globalización y complejización de los procesos político-sociales, por otro, deberán irrumpir en el sistema educativo. En lo que respecta a los nuevos procesos productivos la creciente introducción de la microelectrónica y la informática ha dado lugar a los sistemas basados en la automatización flexible Este cambio exigirá que los responsables del área de personal de las empresas modifiquen las calificaciones requeridas a los futuros trabajadores. ¿Cuáles serán las competencias en que la escuela deberá formarlos? Veamos las más importantes a) Capacidad de pensamiento teórico y abstracto b) Posibilidad de pensar estratégicamente planificar y responder creativamente a situaciones nuevas, c) Posibilidad de comprender globalmente el proceso tecnológico, d) Sólida formación lógico-matemática e informática; e) Autonomía en la toma de decisiones y f) conciencia acerca de los criterios de calidad y desempeño. Por otra parte para que la introducción de las nuevas tecnologías signifique un incremento en la productividad de las empresas es necesario que también se transformen las formas en que se organizara el trabajo Ello obligara a avanzar hacia una rotación permanente del personal por distintos puestos laborales y hacia una mayor cooperación e interacción entre quienes desempeñen estos puestos. Es así como se privilegiara a aquellas personas que muestren una formación polivalente, flexible, y una alta capacidad comunicativa y cooperativa en el trabajo. Por último, la rápida obsolescencia de las tecnologías y la desaparición de profesiones y puestos de trabajo vitalicios obligarán a pensar en una recalificación permanente. Más que enseñar contenidos específicos las escuelas deberán "enseñar a aprender" y generar una actitud positiva frente a la formación permanente y al cambio continuo. Como se puede observar, las nuevas condiciones tienden a cerrar la brecha entre el trabajo manual y el intelectual. Al mismo tiempo, por primera vez en la historia de la humanidad las competencias que se exigirán para el mundo del trabajo se aproximarán a las que se requerirán para comprender y participar en la vida sociopolítica. Para que ello ocurra el conocimiento que brindan las escuelas no sólo debe permitir comprender los procesos tecnológicos, sino también los procesos sociales que generan las formas de distribución más de los bienes producidos de forma equitativa o más desigual. Desde una perspectiva democratizadora, se estaría en condiciones de poner fin a la histórica dicotomía de "formar por las manos" al trabajador y "formar por cabeza" a las elites dirigentes. También elegir bien un presidente, participar en el sindicato o en la organización vecinal, entender y conducir los intereses locales y nacionales en un mundo cada vez interdependiente y hasta debatir quién se apropiará de las riquezas que esas nuevas tecnologías produzcan, exigirá poseer las competencias a que anteriormente hicimos referencia.

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