Admirable lo sucedido en la lucha de los Pueblos Amazónicos, por defender sus derechos a la educación, la salud y la vida, traducidos en el agua, sus bosques, sus tierras y su fauna. Admirable por su constancia, perseverancia a riesgo de su propia vida.
Con esa firmeza de acero puro que caracteriza la convicción, doblegaron al gobierno aprista con todo su ejército y sus medios de comunicación que antes pedían bala y garrote para los nativos y, ahora humillados piden diálogo.
Las Comunidades Nativas no son desconocidas, pero sí ignoradas. No es un mito su unidad y su fuerza milenaria. Los nativos mal llamados indígenas, son los únicos que han enfrentado la invasión española y lo siguen haciendo hasta ahora, y, no es la primera vez que lo demuestran. La preservación de la Cultura Andinoamazónica, se lo debemos a ellos. Nuestras danzas, música andina, huaynos, ayni y el indoblegable idioma quechua y aymara lo debemos a ellos.
Son lecciones que no olvidamos, son lecciones que todos los maestros y nuestro pueblo lo debemos tomar con consciencia y humildad. Los Pueblos Amazónicos, con todas sus particularidades son parte nuestra, son nuestro pueblo, son nuestro origen.
Esta hermosa batalla por ser escuchados y su inclusión como parte de nuestro pueblo, es un ejemplo a seguir. Sigamos su camino trazado, démosle contenido y perspectiva de la forja de la Sociedad Superior; sólo así llegará la verdadera inclusión y la verdadera patria democrática justa y equitativa. Eso tiene que lograrse a partir de nuestras propias organizaciones.
De allí la responsabilidad de las dirigencias políticas en desmontar sus intereses personales y de grupo y unirse como los ríos, no con cabeza de ánfora, sino con cabeza de Sociedad Superior. Usar todos los mecanismos en los momentos precisos, no priorizar unos y abandonar otros.
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