viernes, 22 de mayo de 2009
ELECCIONES ELECTORALES GENERALES PASAN DE DEMOCRÁTICAS EN TODOS LOS PAÍSES. SIEMPRE ES EL VOTO DEL MIEDO.
Pedro Echeverría se ha convertido en uno de nuestros principales contribuyentes en la forja de una educación transformadora y la necesaria perspectiva de la Sociedad Superior. Le acogemos con mucho afecto social superior. Esta vez nos entrega un interesante análisis y síntesis de las elecciones en cualquier país, tomando como ejemplo a México. Porque su contribución vale para todos. Veamos:
SI GANA LA ABSTENCIÓN ELECTORAL, QUE SE VAYAN TODOS AL CARAJO
Pedro Echeverría V.
1. Fuera del escasísimo número de militantes y simpatizantes de los partidos electoreros del llamado “voto duro”, la enorme mayoría de los electores vota “para salir del paso”, porque “no pierden nada con hacerlo”, porque “son acarreados hasta las urnas” o, de plano, “por miedo a ser sancionados”. Lo ha hecho así durante muchas décadas porque no se le ha ofrecido otra alternativa de cambio real que sustituya el voto. En algunas ocasiones, antes de la reforma reyesheroliana de 1977 -que hizo resaltar el oportunismo muy escondido de los “izquierdistas”- se planteó la “abstención activa” que consistía en llamar a no votar y a organizarse para defender sus derechos ciudadanos.
2. Porfirio Díaz, el dictador que derrocó la Revolución, recibió 18,625 votos en 1910 y ganó con el 98.93 por ciento sobre su principal oponente, Francisco I Madero, en la cárcel (recibió 196 votos). Pero después de la Revolución el porcentaje de votos recibidos por los candidatos oficiales, es decir, los del aparato de poder, no cambió: Carranza recibió el 98.7%, Obregón el 95.78%, Cárdenas el 98.19%, López Mateos el 90.43%, etcétera. El voto de la población jamás contó, el gobierno y el partido oficial –desde 1917 hasta por lo menos en 1982- usó los votos y los números a su antojo porque la izquierda real era microscópica y la otra oposición (PAN, PPS) era subsidiada.
3. Haciendo a un lado el manipuleo de las cifras a que siempre hacen uso los gobiernos, según cuadro que proporciona González Casanova, los votos del pueblo nunca han importado. De 10 millones de habitantes en 1910, de acuerdo al porcentaje actual de electores, debieron tener derecho a voto unos 7 millones pero sólo votaron 18 mil, es decir, menos del 1 por ciento. Esa era la representatividad electoral del Porfiriato: 0.3 por ciento de los electores. Después de la Revolución Carranza fue electo por 797,305, Cárdenas por 2 millones 225 mil y López Mateos por 6 millones 767 mil cuando el país ya tenía 34.9 millones de habitantes y los electores debieron ser 27 millones.
4. De Cárdenas (1934-40) a López Mateos (1958-64), en 24 años se triplicó el número de votantes, pero de cada cinco sólo votaba uno, a pesar de que ya las mujeres tenían derecho a voto. Espero que mis gruesos cálculos no fallen porque de matemáticas y calculadoras, incluso de computadoras, sé lo mismo que de astronauta: nada. En conclusión, parece que en los procesos electorales el voto de la población nunca ha importado y si hoy más del 50 por ciento de la población con derecho a voto sigue absteniéndose, “tampoco importa”. Por eso ni el gobierno, ni los partidos, ningún personaje del poder se preocupa. Lo importante son las negociaciones, nada más.
5. Si el voto del pueblo o de los electores ha sido en la historia una simple faramalla para la clase gobernante, ¿por qué gastan sumas multimillonarias para llamar a votar y en campañas electorales? Pues al parecer de eso se trata: dado que la selección de candidatos en cada partido son por acuerdos secretos entre dirigentes, que las fuerzas internas de los grupúsculos son los que sirven para presión, entonces hay que dilapidar grandes cantidades para construir en las campañas la cortina de humo que tapará todas las negociaciones de recámara. Si antes votaba menos del uno por ciento, luego el 10 o el 20 por ciento de los electores, si hoy vota el 30 o 40 por ciento es válido, ¿o no?
6. En los últimos tiempos, mucho más conocidos, a pesar de que se otorgó el derecho de voto a la mujer (1953) y a los jóvenes desde los 18 años en la década de los setenta, el abstencionismo rebasa el 50 por ciento de los electores. Pero a los gobiernos, tan campantes como en los tiempos de Porfirio Díaz, les importa un bledo. Les basta con que voten algunos para legalizar su poder. ¿Por qué no emplazarlos planteando y luchando por desconocerlos en caso de no alcanzar el 50 por ciento mas uno de los votos? ¿Por qué no agitar la consigna de otras elecciones si no alcanzan el 50 por ciento? ¿Por qué no exigir un nuevo programa político y económico en el país?
7. En vez de reafirmar o convalidar con tu voto la política de desempleo y hambre del presidente panista Calderón; en lugar de votar porque los siempre corruptos priístas se fortalezcan en el poder; en vez de votar por un perredismo que despertó esperanzas, pero que negoció con el gobierno para que sea un colaborador más, ¿por qué no abstenerse o nulificar el voto y luchar abiertamente contra el desempleo, por salarios justos que alcancen para vivir, contra la represión de las luchas sociales y por mayores inversiones en servicios de salud, educación, vivienda? Votar es un derecho conquistado pero no una obligación en estas condiciones desastrosas impuestas por los gobiernos.
8. Ningún candidato fue seleccionado por ti, ningún partido político que hoy pide tu voto ha acompañado tus luchas por tierras, viviendas, créditos, salarios, servicios médicos. Ninguno de ellos ha rechazado los altísimos salarios que reciben y mucho menos los privilegios en viajes y gastos suntuarios que les otorgan. Ningún político, de esos que piden el voto, tiene intereses comunes con los del pueblo. Y si por pura casualidad, en 100 años, llegara al cargo un político honrado, no lo dejarían actuar ni tampoco ganaría alguna votación estando en el centro del lodazal. Así que si acaso hay algún honrado de verdad entre los candidatos, para ser consecuente debería renunciar.
9. El pueblo, ese pueblo mexicano que empieza a despertar, está diciendo: ¡Basta que me sigan viendo la cara de tonto o imbécil! Los gobiernos jamás han representado ni el 20 por ciento de la población y muchas veces ni al 10 por ciento. ¿Por qué no emplazar a esos gobernantes para que dejen de gobernar a favor de los multimillonarios y para que soluciones los problemas del pueblo? Votar en estas condiciones es hacer más de lo mismo y reafirmar en el poder a los mismos que vienen gobernando por lo menos desde hace treinta años: los mismos diputados y candidatos, las mismos amigos y familiares de los dirigentes del PAN, del PRI, del PRD, etcétera. ¿Por ellos vas a votar?
pedroe@cablered.net.mx
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