♣ COLEGIOS PREUNIVERSITARIOS: ¿Educación de calidad o mina de oro?

Los colegios preuniversitarios: ¿Educación de calidad o mina de oro? por Álvaro Felipe,

Desde los años 90 empezaron a proliferar, a reproducirse incesantemente en Lima (desconozco la realidad en el interior del país) los colegios preuniversitarios. Estos colegios vendían una educación de calidad que suplía las carencias de la enseñanza pública (de los colegios nacionales). Su objetivo prioritario (en muchos casos el único objetivo) era conseguir el ingreso de sus alumnos a los exámenes de admisión de las universidades conocidas (principalmente San Marcos y UNI).

Conseguir un primer puesto en examen de ingreso era el mayor logro (desde el punto de vista empresarial, jamás desde una visión educativa) y se publicitaba con carteles gigantescos. Pero (estoy seguro), más de uno habrá notado que mientras un colegio (o academia) ponía su cartel de pimer puesto, otro colegio (o academia) colocaba otro cartel donde se veía a otro alumno en el primer puesto de la misma universidad. Y todos quedábamos preguntándonos: ¿cuántos primeros puestos existen? ¿No es solo uno?

Escribo este artículo para orientar a los dos sectores más interesados: Padres de familia, que son las primeras víctimas de estas asociaciones que solo lucran con el título de “educación”. Profesores, quienes buscan empleo y corren el riesgo de terminar laborando en estos lugares. He dividido mi análisis (bastante libre, pero no indocumentado) en las siguientes secciones: 1. Infraestructura.

Es lo primero en lo que debe fijarse un padre que busca un colegio para su hijo o un profesor que busca empleo. La infraestructura de los colegios preuniversitarios es casi inexistente. Muchos de ellos son casas acondicionadas para funcionar como colegios. Otros son antiguos hostales alquilados: se juntan dos habitaciones, se pone un triplay pintado de verde como pizarra y se coloca una gigantografía en la puerta. Listo, ya tenemos colegio, ahora a ganar dinero.

Estos colegios son orientados hacia arriba, como edificios, como si ese fuera el ambiente adecuado para los niños y adolescentes. No tienen un patio y mucho menos una biblioteca (¿cuantos locales de Trilce, Saco Oliveros, Pamer o Pitagoras podrán decir que tienen una biblioteca?, casi ninguno), nunca se preocuparán por un laboratorio de ciencias y sus laboratorios de cómputo son improvisados y con máquinas desactualizadas (lo cual no es malo considerando el presupuesto, lo malo es no saber orientar esas máquinas antiguas en la educación y tenerlas solo de adorno).

¿Seguros que quieren dejar a sus hijos en un colegio donde ellos tengan que improvisar un patio de juegos en los pasillos y en las escaleras (con el riesgo que implica) porque no existe una zona para jugar en los recreos? ¿Seguros que quieren trabajar en un lugar donde ni existe una sala de profesores y donde todo se orienta al lucro y no a entender la educación?

El colegio Ingeniería (en San Juan de Lurigancho), propiedad de William Liceta, tenía las aulas de 3er y 4to año de primaria (niños de siete y ocho años) en el tercer y cuarto piso de su local. ¿Se imaginan, los padres, el riesgo que corren sus hijos en esas condiciones?

2. Enseñanza

Estos colegios hacen que sus alumnos, vivan, coman y sueñen con un examen de admisión. Los temas formativos han sido dejados de lado (recién los están reintegrando a su currícula por exigencia del Ministerio, no por comprensión suya de la educación), cursos como Educación física, Filosofía, Arte u otros son inexistentes para ellos. Por otro lado, sus evaluaciones son memorísticas (marcar una clave en una hoja de respuestas), no incitan el pensamiento crítico en los estudiantes. No les enseñan actualidad (imprescindible para que un estudiante conozca su realidad y adquiera una posición de compromiso frente al futuro). No les enseñan a usar una computadora a un nivel adecuado (no pasan de Office y jugar con Photoshop, Flash o Dreamweaver), además de estigmatizar internet como un elemento dañino, cuando realmente es el futuro de la sociedad.

Un alumno que ingresa en los primeros puestos a la universidad con una enseñanza solo memorística, que no ha sido preparado en hábitos de estudio, que no sabe leer (en el sentido amplio de la palabra) que no tiene la menor idea de como investigar y ordenar información, que no sabe usar más que el Messenger y Word en una computadora, ¿es acaso un alumno que destacará en sus estudios universitarios?, ¿qué será un profesional de éxito? Puede lograrlo, pero limpiando primero todas las malas costumbres que aprendió en su colegio preuniversitario.

Estudiantes sanmarquinos desde los primeros ciclos hasta ciclos avanzados desconocen donde colocar una coma o una tilde. Hasta profesores universitarios tienen ese problema. Y estoy hablando de estudiantes de carreras de letras (como derecho, ciencias sociales o de la facultad de letras).

3. Comprensión de la realidad educativa y las tendencias.

Hablar de la realidad educativa es conocer sus problemas, sus fortalezas y tener capacidad innovadora a partir de ello. Hablar de tendencias es conocer hacia donde apunta un fenómeno en el futuro, de que manera cambiarán los modelos que conocemos actualmente y estar preparado para afrontarlo o, mejor aún, para liderar los cambios.

La tendencia en la educación está en las TIC, en su implementación en la web y en la cloud computing. La tendencia está en un mundo globalizado, en comprender la realidad local y analizarla situándola en el contexto de la realidad mundial. En estar informados de lo que sucede en el mundo en simultáneo. En conocer como avanzan las ciencias y los aportes tecnológicos en el mundo. ¿De veras creen que la tendencia es enseñarle a los alumnos lo mismo de hace diez años, alejarlos de las computadoras y robotizarlos para marcar claves en una hoja de respuesta?

El colegio Saco Oliveros (uno de los peores colegios limeños) promociona el llamado Sistema Helicoidal. Y lo promociona con tantas campañas que uno termina creyendo que realmente es una filosofía innovadora del colegio. Sin embargo, preguntando a profesores, alumnos y directivos, vemos que nadie sabe de qué se trata. Al parecer, dicho sistema ni siquiera existe y estamos ante un caso de publicidad engañosa (lo cual es delito).

4. Trato a su personal docente

Esta es una de las partes más delicadas pues la he vivido personalmente e indirectamente a través de amigos. Estos colegios le pagan a sus profesores por horas en aula. Es decir, una mañana, de 8:00 am a 2:00 pm significan seis horas trabajadas. Y es lo que se le paga. Si las clases se suspenden por algún motivo, al profesor no se le paga porque no trabajó. En las vacaciones de medio año (y entre bimestres) el profesor recibe una semana (y hasta dos) menos de sueldo. Y en el mes de diciembre, cuando los gatos son mayores, es cuando los docentes reciben una miseria (una propina casi) en vez de una remuneración. Puesto que las clases terminan en la quincena de diciembre (o a veces en la primera semana), su salario es de una o dos semanas apenas. Sin embargo, el colegio les cobra a los padres de familia una mensualidad completa.

Esto sin contar que los profesores son obligados (coaccionados) a redactar materiales de clase (guías, separatas, correción de textos). Y no se les remunera ni con un solo centavo por ese trabajo (¿qué profesor podrá negar eso?), trabajo que sí es cobrado a los padres, por ejemplo, Trilce cobra 25 soles por cada libro a los padres de familia (por cada asignatura). Multiplíquenlos por el número de asignaturas (18) y por el número de estudiantes y asombrénse por la cantidad de dinero que ganan sin darle un centavo (ni reconocer con créditos en el texto siquiera) a los redactores.

Al propósito, yo redacté la guía de Literatura de 4to año de Trilce y no se me pagó ni se me citó en los créditos y quiero inciarles una acción judicial, ¿alguien podría asesorarme?

A finales del año 2006 e inicios del 2007 elaboré el libro de Literatura para 4to año de secundaroia en los colegios Trilce. Nunca se me pagó. Es más, iba en verano al colegio a desarrollar el texto y a reuniones cuando en esa época no tenía trabajo. Es decir, iba por la promesa de que si cumplía con todas sus exigencias durante el verano, para el año escolar (que inicia en marzo) tendría un empleo digno y asegurado. Pero ni se me pagó la redacción del libro ni se me dio un horario (a tres días de comenzado el año escolar). Afortunadamente conseguí otra propuesta de trabajo y abandoné Trilce.

Tiempo después, conversé con una amiga (cuyo nombre mantendré en reserva) que continuaba en el colegio y me contó que las asignaciones de aula a los profesores fueron apresuradas. Quienes empezaron con una fuerte carga horaria, en dos semanas vieron que sus sueldos se reducían a la mitad y viceversa. Así es como estos colegios tratan a sus profesores. Abran bien los ojos.

Hay mucho más que decir, pero, irónicamente, debo salir a buscar trabajo. Los lectores me preguntarán que colegio elegir para sus hijos o para trabajar. En realidad ni yo estoy seguro. He visto tanto en estos años que desconfío de la mayoría. Pero hoy o mañana escribiré un artículo sobre cómo reconocer un colegio adecuado. Álvaro Felipe