No sólo de pan vive el hombre, me dije, y pasé revista a mi ropero, manan, aún cuelgan allí mis sastres descoloridos de burócrata, paso a los artefactos y veo una computadora vieja comprada a crédito, un equipo de Polvos Azules, una radio sin entrada para CD, una licuadora heredada, etc., nada que ver con el dispendio que me toca como habitante del país que alcanzó el bienestar. Perú, el país que avanza, el que vive en plena bonanza económica, el que asombra al mundo, son los slogan que martillean en mi mente mientras busco datos que me confirmen ese extraño milagro invisible que solo yo no puedo ver. Y allí están, pálidos, tristes, directos, cual almas en pena, gritando una verdad que todos ocultan. Sueldo mínimo: 550 soles, el menor de América Latina. Pobreza: 37%. Pobreza extrema: 13%. Desnutrición Crónica menores de 5 años: 27%. Anemia niños menores de 3 años: 57%. Desocupación: 30%. PEA con ingresos debajo de la línea de pobreza extrema: 25%. Tuberculosis: 50 mil casos nuevos por año. Incidencia de Tuberculosis Multidrogoresistente en Perú: la más alta del mundo. Migración: 3 millones de peruanos viven fuera, casi todos se fueron por trabajo.
¿Cómo se puede hablar de bonanza entonces? ¿Será que los pobres del Perú no cuentan ni siquiera como cifras estadísticas? Hablar de bonanza en el Perú es un crimen que debería ser castigado con pena de cárcel, es una cachetada para los que sobreviven al día con las justas, y una patada de grandazo arrogante para los que no podrán vivir para contarlo ni para garabatear una tremenda tuca en las almibaradas elecciones del 2011.La Primera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario