sábado, 12 de diciembre de 2009

♣ MÚSICA CONCEPTUAL DEL GRAN MIKI GONZALES

“Aquí hay rockeros que quieren ser gringos” Miki González es un músico que no se cansa de fusionar. Luego de haber pasado por el rock, el jazz, los ritmos negros, las melodías andinas, el blues y la electrónica, ahora presenta Landó por bulerías, un disco donde mezcla lo afroperuano y lo gitano. Autor: Gonzalo Pajares Cruzado Llegué a Lima el 6 de octubre del 61. Me chocó mucho la neblina y el olor a harina de pescado. Nos alojamos en el hotel Bolívar. Un día abrí la ventana de mi habitación y me encontré con un gallinazo… me pegué un susto: nunca había visto un ave tan cerca, tan grande y tan negra (ríe)”. Miki González nos relata su primera impresión del Perú. Cuarenta y ocho años después, sigue en nuestro país y demostrando su cariño por esta tierra a través de su música. En Landó por bulerías, su nuevo artefacto sonoro, fusiona los ritmos negros peruanos con los gitanos.

¿Se sintió extranjero al llegar? Siempre me he sentido extranjero. Cuando llegué el Perú era manejado por unas pocas familias. Mi primer contacto con Lima, por el colegio al que fui, fue con la sociedad dominante. La discriminación era y es muy grande. Esto no ha cambiado: a partir de Velasco ha cambiado quién tiene la plata. En mi casa, como no éramos de una familia de ricos ni herederos de ninguna tradición peruana, nunca se discriminó a nadie. Entonces, la gente me decía: “¿Cómo a ti, siendo español, te gusta la música peruana?”. Quizás por ser extranjero, este nuevo mundo me parecía súper interesante. Hoy hay una moda, pero mi interés es antiguo: tenía un cajón en una banda de rock, cantaba en español cuando aquí se cantaba en inglés. Es más, hasta ahora hay un montón de rockeros que tratan de ser gringos… en vez de ser peruanos a quienes les gusta el rock. ¿Por qué su gusto por lo popular? Hay varias influencias. Cuando fui adolescente hubo una serie de revoluciones mundiales muy importantes: los pacifistas, aparecieron los Beatles –quienes cambiaron la música del mundo–, la liberación femenina –las mujeres vieron al sostén como una opresión y se lo sacaron, lo que era fantástico–, el black power, etcétera. Con todas estas cosas, y siendo adolescente, lo chévere era usar ponchos, ir a la sierra y contactarse con nuevas culturas. Luego, alrededor del 79, fui a El Carmen. Así me interesé en las identidades culturales. ¿Cuándo decide ser músico? Tenía 23 años. Un año antes había sido padre y me separé. Todo mi mundo cambió rápido, pero lo que se quedó conmigo fue la música. Me aferré a ella y me dio claridad para saber qué quería hacer. Mi primer trabajo profesional fue en el 77. Tocaba bossanova, canciones de Chabuca, música 'lounge’. ¿Alguna vez se sintió rockero? Cuando me gustaba el rock, yo no era músico. Después me gustaron más el jazz y la música afroperuana. Cuando estudiaba Jazz en Berklee, empecé a tomar contacto con el punk y el new wave. El rock de los 60 era una recreación del blues negro de los 50. Entonces, era mejor escucharlos a estos. Por eso, en los 70 yo dejé de escuchar rock y volví a él en los 80, cuando pude escuchar a Devo y su rollo político. ¿Es más melómano que músico? Durante muchos años no escuché música, solo lo hacía en el carro. Si todo el día uno está creando música, no tiene tiempo para escucharla. Yo tuve suerte porque soy muy flojo: para mí, era más fácil, más bacán, inventar una canción. Justo aparecí cuando se puso de moda hacer música propia. Así pude hacer una carrera. En otra circunstancia, quizás no me hubiera convertido en músico profesional. ¿Le es fácil componer? No. A veces se te ocurren cosas en los lugares más extraños. Antes tenía una grabadorita. Ahora llamo a mi casa y me dejo un mensaje en el contestador. Hoy, el estudio se reduce a una computadora, y yo paso todo el día sentado frente a una, es decir, siempre con la posibilidad de crear. Antes no era así. Gracias a esto tengo bastante producción, varias cosas paralelas –de jazz, de huainos, ritmos negros–, y siempre saco lo que acabo primero. En los 80, usted integró a su banda a un par de 'rockeros salvajes’: Wicho y Pelo, de Narcosis… Yo veía al músico, no al floro. En los 80 había mucho floro y los músicos eran malísimos. Pelo y Wicho eran buenos y, por eso, los invité a mi banda. Wicho era feroz en el escenario y, abajo, mansito. Ese contraste me gustó. Ese año vino Charly García a la Feria del Hogar, me hice su amigo, y le pedí a Wicho algunos discos para entregárselos a Charly. Me envió el de Leusemia y el Primera dosis, de Narcosis. Cuando escuché a Narcosis me volví loco porque todo lo hizo con dos grabadoras en su garaje. Me pareció una cosa de gran talento. Él tenía un gran talento, pero no sabía nada. Lo jalé a mi estudio, le enseñé los rudimentos, empezamos a trabajar juntos y, luego, yo ya le preguntaba a él (risas). Creo que su mejor disco es el Akundún. ¿Piensa lo mismo? Sí. Sin embargo, como tengo muchos discos, uno ya puede mirar en perspectiva y ver quién es Miki González. Todos mis discos son conceptuales. Akundún lo es, es mi experiencia con la cultura afroperuana en un contexto de afropop… allí todo es festejo y panalivio. Landó por bulerías es un nuevo Akundún por la variedad de sus propuestas y por su idea conceptual. Además, creo que es algo nuevo, al menos en el Perú. ¿Qué tan integrado está el cajón a la música gitana? Un 99%. Solo los extremadamente puristas no lo usan. El cajón vino de África y de acá se fue a España. Hoy es un instrumento español. Su origen es peruano, y si el gran público no lo sabe, no es una cosa que deba interesarnos. No debe haber fronteras para la música. Yo creo que es bueno que, hoy, la gente admire lo peruano… pero recordemos que en los años 20 ya estaba el indigenismo. Siento que tiene buena vibra. ¿Le pasa con todos? Con todos. Sucede que nunca me enseñaron a despreciar a nadie: negro, cholo, blanco, gitano, etcétera. ¿Se siente blanco, negro, indio? Humano (ríe). Lo bueno es que la gente siente que yo soy de sus pueblos. El otro día, en Migraciones, al sellar mi pasaporte, que es español, me dijeron: “Oye, ¿tú no eras cusqueño? La gente dice que eres de allá”. Ese es el mayor premio que he recibido: que me digan “él es nuestro, él es de acá”. Lo mismo me pasa con Chincha. Perú 21.

No hay comentarios:

Publicar un comentario