sábado, 25 de julio de 2009

LA CIA Y SU EXPERIENCIA GOLPISTA EN EL MUNDO

El know-how de la CIA César Lévano Los golpes militares son una tradición en América Latina. En los primeros 30 años del siglo XX los tramaron embajadores y agregados militares de Estados Unidos. Desde la creación de la CIA, ésta y el Pentágono han asumido la función. Esos dos aparatos actúan en la Honduras de hoy. Sin la decisión y el permiso de ambos los golpistas no se hubieran atrevido a derrocar al presidente Manuel Zelaya. El Pentágono y la CIA constituyen un gobierno paralelo en Estados Unidos. Por eso, pese a la condenación de Barack Obama contra los facciosos de Honduras, éstos se atreven a desafiar, no sólo a la opinión mundial, sino también a la oposición local (obreros, campesinos, empresarios, intelectuales, universitarios y hasta escolares y colegiales.) Ese proceso de duplicación del poder se ha manifestado desde los días en que Allen Dulles, jefe de la CIA, organizó en Irán un golpe para derrocar a Mossadegh, el patriota que había nacionalizado el petróleo. Gay Talese, el novelista y cronista estadounidense, recuerda en The kingdom and the power (El reino y el poder) cómo los periodistas de The New York Times habían preparado una información sobre la inminente invasión a Cuba por agentes financiados por la CIA en 1961. Los dueños del diario impidieron que se publicara. Tiempos después, John Kennedy, el presidente que autorizó la expedición, declaró, recuerda Talese, que hubiera sido bueno que se publicara la noticia. Eso, dijo, hubiera frustrado la incursión y “nos habría evitado una derrota y una vergüenza”. Otro ejemplo de esa fuerza paralela se dio en el golpe de Augusto Pinochet contra Salvador Allende. El Congreso de Estados Unidos y decenas de libros han denunciado que Henry Kissinger preparó el cuartelazo por orden del presidente Richard Nixon, en complicidad con la CIA, sin conocimiento del Departamento de Estado ni del embajador en Chile, Edward Korry. También la dictadura de Jorge Rafael Videla, instaurada en Argentina en marzo de 1976, fue estimulada y apoyada por la CIA. Y por el Secretario de Estado Henry Kissinger. Cuando un embajador argentino reveló a Kissinger los planes represivos de Videla, aquel respondió: “Háganlo, pero háganlo rápido”. La dictadura de Videla fue aún más sanguinaria que la de Pinochet. (Algunos partidos marxistas latinoamericanos sostuvieron que había que apoyar a Videla ¡para evitar otro Pinochet!). El Pentágono es el gran poder. Su Escuela de las Américas (también conocida como escuela de asesinos) instruyó a miles de militares latinoamericanos, entre ellos al tirano bonaerense Leopoldo Galtieri y el coronel Roberto D’ Aubuisson, jefe de los escuadrones de la muerte de El Salvador. La CIA y el Pentágono dictan cátedra de cuartelazos, torturas y asesinatos. Tienen buenos alumnos en Honduras.

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