martes, 28 de octubre de 2008

EL CARÁCTER CIENTÍFICO DE LA ENSEÑANZA Y EL APRENDIZAJE. MEJORANDO EL TRABAJO EN EL AULA.

Por Carlos Villacorta V. Escuchar al Vice Ministro de Educación que para el trabajo del año 2009, van a mejorar el diseño curricular vigente del 2006, para integrar los tres niveles: inicial, primaria y superior, me motiva el siguiente artículo como propuesta. El problema fundamental de la educación es el conocimiento. Educación y conocimiento son un proceso único y unitario. Se conoce y se educa, se educa y se conoce; pero, para que haya efectividad educacional, el que aprende debe saber utilizar sus conocimientos y llevarlos a la práctica, es decir aplicarlos. No basta saber lo que es bueno, sino y ante todo, nos debemos volver buenos. Paradójicamente somos científicos en nuestros razonamientos, pero medievales, feudales, escolásticos y clericales en la práctica. Buscar la coherencia entre nuestra teoría y nuestra práctica, debe ser la tarea prioritaria de las instituciones educativas y sobre todo en las universidades que cada vez investigan menos. Hasta estos momentos sólo es teoría, le falta la práctica. Y, si esto es así, sólo enseñamos juegos artificiales que brillan en el aire con multitud de colores y al llegar a tierra se diluyen. Lo teórico y lo práctico deben estar sólidamente unidos. Si es sólo práctico, no tenemos norte ni un camino trazado, entonces caminamos a ciegas. La valiosa unidad de teoría y práctica es la verdad y la realidad del proceso de enseñanza y aprendizaje; es la educación desenvolviendo la verdad y la realidad.

La unión de teoría y práctica es un principio didáctico fundamental. Teoría que no haya sido comprobada por la práctica no tiene valor cognitivo. Entonces la práctica es fuente fundamental de la teoría: Práctica-teoría, nuevamente práctica y otra vez teoría; práctica-teoría-teoría-práctica; eh ahí el ciclo vital fundamental del conocimiento, siempre produciéndose en niveles superiores. Siempre la contradicción del conocer y el no conocer, el de practicar y conceptuar. De ahí que es importante que el maestro ponga a sus alumnos en forma permanente en contradicción de lo que sabe con situaciones donde tiene que aplicarlos, y, si son situaciones donde le sea difícil aplicarlos, de acuerdo al contexto donde vive y la realidad del país, mucho mejor; de tal forma que luche y descubra la aplicación de lo que conoce en situaciones nuevas y de esa práctica extraiga ideas nuevas, conceptos nuevos, después de haber reflejado profundamente esa realidad en su conciencia. Validamos entonces que la práctica es el inicio y el fin del conocimiento. Enseñar así es aproximarnos profundamente a la verdad, al conocimiento científico, al pensamiento científico. En el devenir, sólo el conocimiento científico, el pensamiento científico son factores de desarrollo y transformación, porque son validados por la práctica. Si la educación se ajusta a las leyes de la ciencia, y, sobre todo a nuestra realidad, entonces es fructífera, de lo contrario se da en el aire. Es anticientífica. La regla fundamental entonces para desarrollar una enseñanza y aprendizaje científico es que: Lo cognitivo no debe estar en contra de la ciencia. Significa esto que, al estudiante se le debe mostrar siempre en forma real y objetiva la realidad. Desde educación inicial debe mostrarse las cosas tal como son. Pero ¿la fantasía?… ¡Cuidado! Una cosa es tener fantasía que es el grado superior de la imaginación para crear y producir y otra muy diferente es sugerirles cuestiones irracionales, por el supuesto de que son “chiquititos” como eso de que: “Los juguetes los trae Papá Noel”, “el duende te va a llevar”, “Dios lo quiso”, etc. Que son la degradación de la imaginación y su correspondiente anulación científica. Un buen ejemplo de enseñanza y aprendizaje científica sería lo siguiente: Generalmente se enseña los números en la pizarra o en el papelote, entonces se conjugan momentos para que el niño los aprenda de memoria. Pero, que pasa si se les muestra y se utiliza objetos visibles, tangibles y que se relacionan con la cantidad que se desea enseñar. Ello es una representación científica de que el número existe como símbolo porque existe la cantidad de objetos en el mundo real. La interiorización es mucho más profunda. La fantasía del símbolo numérico se vuelve real. Aprovechamos su fantasía, su imaginación para hacer ciencia. Es lo que se llama, tratar correctamente la fantasía. Es fundamental no temer a la verdad, la verdad es científica. Si buscamos enseñar siempre la realidad o en base a la realidad, estamos liberando a la verdad que todavía nos duele porque estamos generalmente en contra de ella sin darnos cuenta. El peor error de los gobernantes de un país, es seguir planteando los cambios educativos de acuerdo a los cambios mundiales. Su visión, fines y objetivos por tanto no le van a corresponder, los cuales nacen precisamente después de un exhaustivo análisis y síntesis del respectivo país o sociedad que queremos cambiar. Porque, pretender cambiar nuestro país pensando en otro es absurdo. Incluso comprobamos que, lo que en nuestro país es novedad o presente en los “desarrollados” ya es pasado. Los cambios mundiales son referentes para el cambio pero no determinan. Son nuestros problemas y necesidades que deben proponernos las propuestas de cambiar. Eso es darle un carácter científico a nuestro sistema educativo. “Renovar” leyes y normas educativas con los clichés de los cambios mundiales no significa absolutamente nada. Sólo más alienación. Las leyes, normas y decretos no resuelven nada por sí solas.

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