domingo, 26 de octubre de 2008

NARCOLEPSIA: LA ENFERMEDAD DE NUESTRA ESFERA INTELECTUAL

La increible ausencia de ganador principal en el concurso de ensayo "7 ensayos de la realidad peruana", organizado por la Casa Museo José Carlos Mariátegui, informado más abajo y, al encontrame con este hemoso artículo Publicado por Gustavo Faverón Patriau, no hago más que reproducirlo en este mi blog:
Narcolepsia La enfermedad de nuestra esfera intelectual http://puenteareo1.blogspot.com/ Hablando con un amigo en Colorado, hace un par de días (me despedía de él, así que no tuve tiempo de decírselo), se me ocurrió que quizás el gran mal de la esfera intelectual peruana, por lo menos en el campo de la literatura, que es el que más me interesa, sea la narcolepsia: la tendencia inmanejable y súbita a desbarrancarse en el sueño. Y no digo sueño como fantasía o como ensoñación: digo sueño como parálisis e inoperancia, como falta de reacción y como caída en el silencio. Cada vez que en la crítica peruana, o en el mundo de nuestros escritores, parece iniciarse una polémica, el debate avanza a trompicones, un poco a salto de mata, sin dirección ni sustento, y llega siempre a un involuntario final abierto: no termina, no se alcanza conclusión alguna, nadie modifica sus posturas, nadie acepta nada del otro; los conceptos en juego, que al principio no fueron bien definidos, se hacen incluso más caricaturales, menos nítidos, más desdibujados; a la bulla la reemplaza el silencio, o, peor aún, un zumbido incómodo que es un mal sucedáneo del silencio. La crítica peruana no es poco productiva, pero está diluida en la distancia: la mayor parte de nuestros críticos viven fuera del país, publican libros y ensayos en otros mundos académicos, casi siempre en el norteamericano, coinciden solo eventualmente en congresos, únicamente por azar alcanzan a leerse unos a otros, a saber lo que los demás han dicho o trabajado: no tienen un escenario propio, y en esa campana del vacío sus palabras no resuenan, o, si lo hacen, no suelen recibir contestación: cada quien pone un ladrillo en el trazado de una pared diferente. Esa inmensa mayoría de críticos peruanos que se mueve en la academia americana está sujeta a sus leyes: son críticos que deben publicar sus ensayos en editoriales universitarias y en revistas profesionales, con la condición de que ambas, revistas y editoriales, sean arbitradas por colegas suyos bajo el sistema del peer review, es decir, sus textos deben ser evaluados por otros especialistas, casi siempre bajo la condición del anonimato, antes de ser aceptados. Para esos académicos peruanos, como para cualquier otro en Estados Unidos, publicar sus investigaciones en editoriales y revistas que no sigan ese procedimiento es, en lo que atañe a sus currículos, una pérdida de tiempo: sus universidades no considerarán que ellos están haciendo un aporte real al campo si sus trabajos aparecen en revistas que no se ajusten a esa medida elemental de cualquier academia que se respete. Y ocurre que en el Perú casi no existen las revistas de crítica o teoría literaria que sean peer reviewed: en este momento sólo se me ocurre pensar en Lexis, la revista de literatura y lingüística de la Universidad Católica, de larga existencia y no pocos aportes, pero que, lamentablemente, tiene una circulación muy restringida dentro del país y casi clandestina fuera de él. Eso significa que cualquier académico peruano que, en el campo de la literatura, quiera publicar en una revista profesional que sus universidades extranjeras vayan a reconocer como tal, tiene que hacerlo en Lexis o hacerlo fuera del Perú, lo que, una vez más, contribuye al lamentable corto circuito del trabajo académico peruano. Ahora bien, una revista profesional que cumpla con los estándares académicos internacionales no tiene que ser necesariamente publicada por una universidad: basta que tenga un comité formado por académicos, que haga claras las reglas del peer review, y que se forje un prestigio dentro del campo y dentro de esas coordenadas regulatorias. ¿Pasará mucho tiempo antes de que podamos contar con un abanico de posibilidades en el marco de esos requisitos, que son los que obedecen todas las publicaciones académicas serias del mundo? ¿O seguiremos jugando con las reglas de la narcolepsia, que nos empujan al sueño y la desatención cada vez que un colega publica algo que debería merecer ser sometido al debate, a la discusión y a la réplica, o ser tomado como punto de inicio para investigaciones mayores? ¿Alguien se animaría a empezar un proyecto así?

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