La aplicación e implementación de la calidad educativa en el Perú y, seguramente en la mayoría de países del mundo, todavía no encuentra una plasmación integral y sobre todo efectiva. Las razones son múltiples, desde los problemas económicos y político, pasando por el nivel intelectual y falta de actualización de los docentes y, la indiferencia no sólo de los gobernantes de turno, sino también incluso de algunos docentes si no de la mayoría.
Pero, lo que se observa con mayor objetividad es que, la búsqueda e implementación de la calidad de la educación, está todavía a una distancia infinita con la inclusión educativa social y, ante todo la inclusión de los niños con necesidades educativas especiales (NEE).
Es decir, la inclusión educativa de los estudiantes sin ninguna discapacidad o necesidades educativas especiales, también es un problema por resolver.
Por ejemplo, tomando como referencia el Perú: A un año (2003) de decretarse la “Década de la educación inclusiva” en el Perú, es decir hasta el 2004, el Ministerio de Educación informaba que había una población escolar de 10 millones 150 mil 250, de 0 a 16 años y, matriculados solamente 7 millones 456 mil 519 alumnos, representando sólo el 73% del total existente, con un déficit de cobertura del 27%.
En cantidad de 2 millones 693 mil 731 escolares que no pudieron matricularse, o están excluidos de la educación, por lo tanto no estudiaron o no estudian.
En ese marco precisamente, se va a inscribir la implementación de la educación inclusiva en el entendido que hace referencia significativa a los niños con necesidades educativas especiales, que señala imperativamente que no deben ser discriminados en ninguna institución educativa, cuyas aulas deben integrar en la medida de sus posibilidades a estos niños. En nuestro país, el Perú, lamentablemente está en aumento esta población infantil y, por lo especial de su atención, tiene limitaciones serias en su aplicación.
El Comercio del domingo 9 de marzo del 2008, daba cuenta de esta realidad problemática, apoyándose en el INEI. Entre otras cosas señala que, según el INEI (Instituto Nacional de Estadística e Informática), hay 325 mil 471 personas con discapacidad entre los 6 y 18 años de edad y, según el último censo escolar del 2006, el Estado encontró, sólo 42 mil 132 alumnos matriculados en colegios regulares del país, una cifra pequeña por cierto en referencia al total existente.
Es decir, casi el 82% de escolares con necesidades especiales están fuera del sistema escolar.
A esto hay que sumar que, los profesores no están preparados para afrontar la incorporación de estos niños con necesidades especiales en sus aulas, ni los demás niños del aula están sensibilizados.
Lo dice la Defensoría del Pueblo, difundido por el mismo diario mencionado que, el 93% de Directores de colegios públicos entrevistados por la Defensoría el año 2007, afirmó que no ha existido una adecuada difusión de la nueva política inclusiva ni capacitación de sus contenidos y el 94% de estos mismos Directores manifiesta no haber recibido material de enseñanza al respecto y, el 61% afirman que sus escuelas no cuentan con profesores calificados para recibir alumnos con discapacidad.
El problema radica entonces, antes que en la discapacidad del propio alumno, sino en la falta de oportunidades y condiciones para que puedan educarse con calidad e integralmente.
Esto indudablemente complejiza el problema en la implementación de la calidad de la educación con inclusión educativa y profundizan aun más las ya existentes limitaciones en su aplicación, porque los protagonistas principales de su aplicación no están preparados y lo que es más, no tienen ni la infraestructura y los materiales para implementarlo. Y, el gobierno, no muestra el interés necesario en este tema.
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