martes, 11 de noviembre de 2008
SOCIEDAD, INCLUSIÓN EDUCATIVA Y DISCAPCIDAD
Por Carlos Villacorta V.
Mucho antes, no se le decía discapacitado, sino anormal. La anormalidad era algo trágico dentro de la sociedad. Históricamente, los discapacitados eran la población que ha sufrido mayor discriminación, tanto en el sistema económico, social, educativo y laboral.
Los persas por ejemplo, eliminaban a los niños que nacían “anormales”, los llevaban a las montañas más lejanas y les dejaba a su suerte, para que fueran devorados por las fieras. Era una sociedad militarizada.
La iglesia los llamaba personas “poseídas”, “endemoniadas”, producto del “castigo divino”, estigma que dura hasta la actualidad en la fanatizada religiosa, con otros términos como por ejemplo “es una prueba de Dios”, Dios así lo quiso”, “hay que respetar la voluntad de Dios”, etc.
Hasta los niños que manejaban la mano izquierda los famosos “zurdos” eran estigmatizados como “anormales” y “cosa del demonio”, por eso se le llama la “siniestra”. En algunos sectores y familias, todavía se le sigue viendo como una anormalidad, obligándolos bajo presión y a veces con castigos, a aprender a usar la mano derecha o “diestra”.
Hasta el siglo XVIII con bastante intensidad, bajando el XIX y con menos intensidad el presente, quien tiene problemas mentales, psiquiátricos y psicológicos, se les considera como “locos”, “trastornados”, “débiles mentales”, susceptibles de ser internados en el manicomio. Los padres de familia en buen número, cuando se les recomienda que hagan ver a sus hijos por un psicólogo, un poco que se mortifican y, por los corrillos murmuran “ni que esté loco”, porque todavía no se supera el uso de la terminología de “retrasado mental” o “retardo mental”
A partir de 1990, se está acostumbrando a llamarlos “diferentes” y con “necesidades especiales” o propiamente “discapacitados”, producto de un interesante trabajo de investigación, que casi todos los investigadores europeos en sus artículos sobre este tema lo registran: “El informe Warnock de 1978”, indagando sobre el tema, no pudimos encontrar el informe, pero, encontramos que Helen Mary Warnock, es una filósofa británica, que presidió la “Comisión británica de investigación sobre educación especial” 1974 – 1978, producto del cual nace el informe. La importancia de este informe radica en que por primera vez se utiliza el nombre de “Necesidad Educativa Especial”.
En la página Web: http://www.fundacionmirame.cl encontramos cosas interesantes y las dos citas, según los autores, extraídos del informe Warnock, los cuales compartimos con ustedes, no se si se encontrará el artículo cuando te enlaces, pero, la página es muy buena:
“Un niño con Necesidades Educativas Especiales (NEE) es aquel que, por cualquier causa, tiene mayores dificultades que el resto de los alumnos para acceder a los aprendizajes que se determinan en el currículum que le corresponde por edad, de forma que requiere para compensar dichas dificultades, adaptaciones de acceso y/o adaptaciones significativas en varias áreas de éste”.
“Las NEE son el resultado de la interacción entre las características personales del alumno, las características del entorno educativo en el que se encuentra y la respuesta educativa que se le ofrece”.
Esto es fundamental en la medida que, tres años antes, todavía los especialistas les seguían llamando “retrasados mentales”, tan es así que en 1971 por ejemplo, en forma despectiva por decir lo menos, se emite la “Declaración de los Derechos del Retrasado Mental”, aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas. Eso de “retrasado mental” que antes parecía un avance de inclusión, hoy prácticamente es un insulto de baja calidad.
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